jueves, 5 de diciembre de 2013

PLAZA DE LOS TERCEROS

PLAZA DE LOS TERCEROS.

Esta plaza de los Terceros, anexa a la iglesia de Santa Catalina, más que plaza es un espacio rectangular, una encrucijada muy antigua de caminos, que partiendo de las puertas Macarena o Sol aquí coincidían, y aún hoy siguen confluyendo como las calles Gerona, Bustos Tavera y Sol.

Aquí no hay jardines, ni fuentes, ni estatuas que la decoren, pero al pasar por ella se respira ambiente de tiempos pasados, podemos entrar en tabernas antiquísimas como “el Rinconcillo” fundada en 1670, o en “Los Claveles” abierta desde 1842, y también comprar en una librería de libros antiguos.
Desde 1845 se llama de los Terceros, por el cercano convento de esta orden religiosa, con anterioridad tuvo diversos nombres: Plaza de las Tablas, de las Carnicerías, o de las Freidurías, entre otros.
Estos nombres eran, por los puestos de  ventas de carne llamados tablas de carnicerías, y por las freidurías que aquí se instalaban.
En esta plaza es obligado recordar a Cervantes, que mejor cosa que leer, lo que el gran genio de las letras, escribió de estos lugares por los que él pasó y ahora nosotros paseamos.

Nota.-Miguel de Cervantes, nombrado entre 1587 a 1593 “Comisario real de abastos para Andalucía “, residió en Sevilla ciudad que conoció muy bien, y donde sitúa varias de sus obras, se cree incluso, que durante su encierro en la Cárcel Real comenzó a escribir la gran obra de la literatura Don Quijote de la Mancha.

          El inmortal Cervantes, admirable pintor de las costumbres de la vida cotidiana sevillana, nos cuenta en su entremés “Los Mirones” un gracioso y ameno suceso entre unas regatonas o placeras.
Los Mirones son unos estudiantes, que se distribuyen por las calles de la ciudad, a observar sucesos interesantes, para más tarde reunirse y contarlos entre ellos.
             Os cuento dice uno de los mirones, lo sucedido  en la plaza de las Freidoras del barrio de Santa Catalina, un caso tan gracioso que aún me estoy riendo.
           
            Nota.-Existía la costumbre en la gente llana del pueblo, supersticiosa y muy religiosa, dar limosnas a los ciegos a cambio de que le rezase la Pasión de Jesucristo, u otros temas religiosos, también  le pedían que recitasen romances de leyendas o historias.
           
            “Resulta que una vendedora de verduras, de las que tienen puesto en esta plaza, llamó a un ciego y poniéndole un cuarto en la mano le pidió que le rezase la Pasión, llegado el ciego a “Pilatos saca al Omnipotente” la buena vendedora lloraba como una criatura de pura compasión.
         Una “freidora”  que tenía el puesto al lado, al escuchar el llanto la llamó hipócrita, aquella saltó del puesto como una leona, y poniéndose delante della díjole a gritos de una a cien mil desvergüenzas.
          Quísole la “freidora” responder, y la vendedora no la dejó hablar, sino que volviéndose las ancas, arremangose las faldas y díjole varias veces ¡ habla con este bellaca!.
Esta que tenía puesta al fuego una sartén llena de aceite para freír unos albures, cogiola con las manos, y respondiole:
”Sí borracha con ese hablaré” y al mismo tiempo envasóle en aquella coraza del gran turco[1], cuanto aceite tenía en la sartén.
La vendedora, dando cien mil alaridos, no halló charco de agua ni de lodo donde no se revolcase, buscando un refrigerio contra el ardor de las nalgas en que se estaba abrasando.
La “freidora” se retrajo luego al momento a la Iglesia de Santa Catalina, por miedo a la justicia; y a la otra, que estaba ya como muerta, la llevaron en brazos al Hospital del Cardenal, donde tendrá bien que curar por hartos días.
La risa y chacota de la gente fue infinitas, en medio desta desgracia algunos estuvieron muy cerca de ahogarse de la risa”.

Aquí termino mi paseo, la iglesia de los Tercero parte de lo que queda del antiguo convento situada en la cercana calle Sol, tiene una portada-retablo de estilo barroco muy interesante, la visita la dejo para otro dia.

       




[1]  Curiosas expresiones del lenguaje de Cervantes cuando al culo además de llamar nalgas, ancas, le llama coraza del gran turco.


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