LA
LEYENDA DE LA CALLE HOMBRE DE PIEDRA.
Muy cerca de San Lorenzo, entre las calles de Santa Clara y
Jesús del Gran Poder y cercana a la Alameda, se encuentra esta calle del Hombre
de Piedra. Su curioso nombre es por una estatua del torso de un hombre en
piedra, que se halla empotrada a ras del suelo en una hornacina a mediación de
la calle.
TORSO
DE LA CALLE HOMBRE DE PIEDRA.
Ahora
paseando por ella, me vienen a la memoria recuerdos y tradiciones de mis años
infantiles.
Jugábamos en medio de la calle, cuando el repicar de una
campanilla, nos avisaba que el cura párroco con el Viático se encaminaba hacia una de las casas, para dar la comunión a
un enfermo o la extremaunción a un moribundo.
(Actualmente los enfermos se curan o mueren en los
hospitales, en aquellos años, la enfermedad se padecía en la propia casa, siendo
habitual que el sacerdote se personara ante el lecho del enfermo).
Al paso del cortejo portando el sacerdote el Santísimo Sacramento
y los monaguillos con cirios y tocando la campanilla, todos se arrodillaban
haciendo la señal de la Cruz, nosotros los pequeños, que desconocíamos la
liturgia de la ceremonia, nos arrodillábamos rezando con temor, para que no nos
pasara lo mismo que al blasfemo de la calle Hombre de Piedra.
Lo sucedido a este impío lo cuenta una antigua leyenda, que
yo os la cuento como a mí me la contaron: “Se dice, que hace muchos muchísimos
años, al tiempo que pasaba por esta
calle el párroco con el Viatico para un enfermo, salió de una taberna cercana
un borracho, que al ver que todos se arrodillaban, comenzó a insultarlos, llamándoles:
¡gallinas que os arrodilláis como mujeres!, ¡vedme a mí que no me arrodillo y
que me quedaré siempre en pie!. Y así sucedió, pues un ensordecedor trueno cayó
sobre él convirtiéndolo en piedra y hundiendo sus piernas en el suelo”.
Hasta aquí la leyenda creada por la superstición popular,
pero en realidad lo que vemos es el torso de una estatua romana, que no se sabe
de dónde procede ni como vino a parar a este lugar.
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