martes, 3 de febrero de 2015

LA CALLE ANTONIO SUSILLO.

LA CALLE DEDICADA AL ESCULTOR
ANTONIO SUSILLO.
          Al pasear por la calle Feria, he cruzado por la rotulada a la memoria del insigne escultor sevillano Antonio Susillo, calle secundaria y de poco tránsito que se extiende desde la calle Torres hasta la de Peral cercana a la Alameda de Hércules.
          Antonio Susillo pese a su corta vida llegó a ser uno de los escultores más brillantes e importantes del siglo XIX.
          El 22 de Diciembre de 1896 y en un momento de crisis depresiva se suicida pegándose un tiro en la barbilla, tenía 41 años y estaba en lo más alto de su carrera artística.[i]
           Este escultor, caracterizado por su arte realista y descriptivo quizás no sea muy conocido, de él os diré una cita bíblica “por sus obras lo conoceréis”, y nada más cierto, ya que las vemos y pasamos ante ellas con bastante frecuencia. 
          Es el caso de la estatua de Velázquez que preside la plaza del Duque, donde con gran realismo el artista ha realizado al genial pintor sevillano, al igual que este se retrató en su famoso lienzo “Las Meninas”.
          O la colosal estatua de Daoiz de la plaza de la Gavidia, con unos magníficos bajos relieves que recogen con gran fidelidad episodios de la lucha contra los franceses y la muerte de este héroe.
          Hay otras estatuas salidas de las portentosas manos de Susillo repartidas por la ciudad, como la de Mañara en los jardines de la Caridad o los doce sevillanos ilustres situados en la fachada lateral del Palacio de San Telmo.
         


          Pero quiero hacer mención especial a su famoso  Cristo de las Mieles, que preside la principal glorieta del Cementerio y que se alza sobre un montículo donde está enterrado nuestro artista.
          Observad la magnífica anatomía del Cristo y la insólita posición de los pies, cruzados en forma distinta a como se representa en toda la iconografía religiosa. Y pensad en la leyenda de este bonito nombre de las Mieles, que cuenta que a poco de morir Susillo, empezó a salir miel por la boca de la imagen, causa que se creyó milagrosa y que era  la forma que el Cristo expresaba su dolor por la muerte de su autor.
          El “milagro” resultó más sencillo al comprobarse que unas abejas habían hecho su panal en la boca de la imagen, el calor hizo que se derritiera y saliera la miel y la cera.

          Cuando transitéis por estos lugares, no paséis indiferentes, alzad la vista y contemplad estas magnificas obras, el artista lo merece y ustedes sentiréis una especial emoción.


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