EL
TRANSITO DE SAN HERMENEGILDO.
Sigo en la Sala V de nuestro Museo sevillano, sí en la
anterior entrada admirábamos el cuadro “La Apoteosis de San Hermenegildo” de Francisco
Herrera el Viejo, hoy me encuentro ante otra pintura dedicada a este santo.
Se trata del óleo titulado “El Transito de San
Hermenegildo” obra que tiene la peculiaridad de estar pintada por dos artistas
muy diferentes.
Este cuadro de gran formato (4,92 x 3,40) fue encargado en
1603 para el desaparecido Hospital de San Hermenegildo por el Cardenal
Cervantes, al pintor de la escuela sevillana del siglo XVI Alonso Vázquez (Sevilla
1540-Mejico 1608).
La obra con dos zonas claramente diferenciadas en luz y
color, muestra en la inferior o terrenal, pintada por Vázquez, a Hermenegildo, en
el momento de recibir el hachazo en la cabeza rodeado de los arcángeles San
Miguel, San Gabriel y San Rafael. A la
izquierda del cuadro, contemplando su martirio, vemos a su esposa Ingunda con
San Leandro y San Isidoro, a la derecha
el Cardenal Cervantes rezando arrodillado.
Al
marcharse Alonso Vázquez a Méjico en la comitiva del /Marqués de Montesclaros,
deja la obra sin concluir, siendo finalizada por Juan de Uceda (Sevilla
1576-1631) que pinta parte de la Gloria,
donde la Virgen con ángeles músicos, espera al Santo para recibirlo y coronarlo
como mártir.
En estos dos cuadros, la Apoteosis y el Transito de San
Hermenegildo, hay un detalle muy interesante, y es que en ambos están representados
San Leandro y San Isidoro. Dos santos tan vinculados a Sevilla, de la que
fueron Arzobispos, que figuran portando mitra y báculo, flanqueando a San
Fernando en los escudos de la ciudad y provincia,
De padres hispanos-romanos procedentes de Cartagena, es
Sevilla la ciudad donde crecen, estudian y se educan en la religión católica, llegando
a santos no solo ellos, sino también sus hermanos Fulgencio y Florentina.
Estamos en plena Edad Media, en la que Leandro e Isidoro teólogos
y doctores de la Iglesia Católica, brillan con luz propia.
San Leandro (Cartagena 534-Sevilla 601) fue el gran
impulsor del catolicismo en Hispania, al convertir a San Hermenegildo y a su
hermano Recaredo, este cuando fue rey a la muerte de Leovigildo, abjuró del
arrianismo, convirtiendo la fe católica en la religión oficial del estado.
De San Isidoro (Cartagena ó Sevilla 556-Sevilla 636) sabemos
que fue uno de los hombres más ilustres y de gran categoría intelectual de su
época, que escribió numerosos trabajos históricos, litúrgicos, biografías,
diccionarios, y un largo etc, siendo su obra más conocida “Las Etimologías”
monumental enciclopedia sobre la evolución del conocimiento.
Hay dos leyendas o tradiciones, que presagian al gran
intelectual y máximo esplendor del siglo VII, que llegaría a ser.
La primera cuenta, “que estando dormido de niño en el
jardín de la casa, la familia vió con asombro a un enjambre de abejas que
remontaban el vuelo, dejando en su boca un panal de miel, señal temprana de la elocuencia en la que
brillaría”.
La otra nos dice: “que un día, de joven, creyendo que no
tenía inteligencia ni capacidad para adelantar en los estudios, los abandonó
escapándose de casa y llegando hasta
Santiponce, allí al acercarse a un pozo para beber, observó que consecuencia
del continuo roce de la cuerda, la piedra del brocal estaba acanalada con
profundos surcos.
Esto le hizo pensar que si la blanda soga podía profundizar
la piedra a fuerza de rozarla una y otra vez, él perseverando con fe y
constancia, podría superar todas las dificultades y dominar la ciencia, reflexión que le hizo volver a los estudios, y ya sabemos con qué óptimos
resultados”.
En el Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce, se
guarda un pedazo del brocal del pozo, donde según la tradición bebió agua San
Isidoro, con una inscripción que dice: “Gutam cavat lapidem”= “La gota de agua
perfora la piedra”.
Mañana seguiré paseando por la planta alta del Museo.
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