EL
BANDOLERO DIEGO CORRIENTES.
Aunque
este personaje no figura en el callejero de Sevilla, sí creo interesante
dedicarle unas líneas, ya que la anterior entrada la dediqué a Don Francisco de
Bruna, juez que tuvo mucho que ver con su malogrado final.
Diego Corrientes, héroe popular y bandido generoso que
robaba a los ricos para dárselo a los pobres, es quizás el primer bandolero
romántico.
GRABADO
DE DIEGO CORRIENTES[i].
Nace en Utrera provincia de Sevilla el 20 de Agosto de
1757, de su vida tan cantada en romances y leyendas poco se sabe, tampoco son
conocidas las causas que lo motivaron a lanzarse como contrabandista y salteador
de caminos.
Sí sabemos que tuvo un implacable enemigo en el Gerente de
la Real Audiencia de Sevilla Don Francisco de Bruna, que en cumplimiento de las
Ordenanzas decretadas por el Rey Carlos III para limpiar los caminos andaluces
de salteadores y bandidos, lo persiguió con todo la fuerza de la ley.
Hay tradiciones que relatan diversos encuentros entre juez
y bandolero, en ellos Corrientes haciendo gala de su temeridad, jactancia y osadía
humilla a Bruna.
Se dice: Que viajando Don Francisco hacia Sevilla, en las
cercanías de Utrera su carruaje se cruzó con Diego que marchaba a caballo, este
empuñando sus armas detiene el vehículo, obligando al juez a que le ate el
cordón de la bota que se le había desatado diciéndole: “No s´asuste Usía. Diego
Corrientes roba a los ricos, socorre a los probes y no mata a nadie. A Usía lo
han engañao si l´han dicho otra cosa. Lo que Diego jase, cuando llega el caso
es demostrarle al Señor del Gran Poé qu´está en la Audencia, que él no teme más
que al Señor del Gran Poé que está en San Lorenzo”.
Recuerdo que Don Francisco de Bruna por su mucho poder en
la Audiencia y en toda Sevilla, era conocido por las clases populares con el
sobrenombre del Señor del Gran Poder[ii].
A los pocos días del encuentro anteriormente narrado, se publica
el bando ofreciendo recompensa para el que lo denuncie o entregue vivo o
muerto, y comienza la implacable persecución que no finalizará hasta su apresamiento
y muerte.
Aquí, voy a referir otra leyenda que da fe de su valentía
temeraria: “Diego disfrazado, se presenta en casa del Magistrado Pruna, y en
presencia de este le pregunta ¿es cierto que se darán diez mil reales al que
entregue al bandido Diego Corrientes? Cierto es. Entonces sacando dos pistolas exclama: Yo soy
Diego Corrientes ¡vengan los diez mil reales! Coge los dineros, hace un saludo,
sale presuroso por la puerta y saltando a un caballo que tenía preparado,
desaparece a toda velocidad”.
Perseguido y acosado, huye a Portugal ocultándose
en Olivenza, donde a causa de la recompensa es denunciado por una mujer, siendo
capturado y trasladado a Sevilla.
Nota.- En la época de esta historia la
ciudad de Olivenza pertenecía a Portugal. En la breve Guerra de las Naranjas de
1801, llamada con este nombre por el ramo de naranjas que Godoy envió desde
Portugal a la reina María Luisa, Portugal fue vencida por las tropas de España
y Francia, quedando desde entonces Olivenza
anexionada a España.
Corrientes es encarcelado en los calabozos de la Audiencia
el 25 de Marzo de 1781 Domingo de Ramos, y cinco días más tarde Viernes Santo, es
ejecutado en la horca levantada en la Plaza de San Francisco, su cuerpo es
descuartizado y sus miembros y cabeza expuestos en los lugares de sus
fechorías.
El tronco, lo que queda del cuerpo, es enterrado a
extramuros de la ciudad en la Parroquia de San Roque. Murió sin haber cumplido
los veinticinco años, y siempre afirmó que no había cometido delitos de sangre[iii].
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