LA
TORRE DON FADRIQUE.
¡Alegrémonos todos! Después de muchos años oculta tras los
edificios que la circundan, esta Torre de Don Fadrique tan desconocida para la
mayoría de los sevillanos. ¡Se puede visitar!
Por la calle Becas y entrando al Espacio Santa Clara,
dedicado a exposiciones y eventos culturales, pasamos al bello claustro
principal del convento, y por una puerta lateral accedemos a la parte de los
antiguos huertos y jardines del antiguo convento de Santa Clara donde se alza esta famosa torre, a la que podemos
ver, aunque de momento tan solo por el exterior.
Es una hermosa torre cuadrada de mediados del siglo XIII en
transición del románico al gótico, en sus caras muestra unas estrechas saeteras
en la parte baja, ventanas románicas en la planta intermedia, y góticas en la
superior, se culmina con una azotea almenada.
Una lápida sobre la puerta de la parte norte lleva una
inscripción casi ilegible, cuya traducción del latín es la siguiente: “Esta
torre es obra del infante Federico, que fue hijo amado de su madre Doña
Beatriz, débase alabanza al maestro que la hizo. Esta deleitable torre estaba
llena de riquezas en el mil doscientos cincuenta y tres años”.
La leyenda cuenta, que Don Fadrique la construyó para nido
de sus amores con Doña Juana de Ponthieu, joven viuda que fuera la segunda
esposa de su padre eL rey Fernando III.
Considerados por la Corte estos amores con su madrasta ilícitos,
una reina viuda no podía tener relaciones amorosas, Don Fadrique es apresado y
encerrado en la torre, desde cuya azotea llorando desconsolado, veía como su
amada marchaba por el río camino del exilio.[i]
Vista la torre damos un paseo por sus alrededores, y en un
muro cercano leemos el texto de una lápida, que nos recuerda los hechos
prodigiosos que acaecieron en este recinto, implícitamente se refiere a las
persecuciones que el rey Don Pedro I hizo a Doña María Coronel y las leyendas
del Perejil y del Aceite Hirviendo[ii].
Seguimos paseando hasta un gigantesco laurel, el más
antiguo de Sevilla, con más de 150 años y unos 15 metros de altura.
En un rincón como abandonada y olvidada nos topamos con la mutilada
estatua del rey Fernando VII.
Poco tiene que ver esta efigie con la Torre, pero como
comparten un mismo espacio, creo interesante hacer unos comentarios sobre su
periplo viajero.
Fue encargada por su esposa la reina María Cristina de
Borbón al famoso escultor francés Chardigny, se fundió en París y durante unos
años estuvo en los jardines del palacio de la Malmoison. En 1862 la reina la
envía a Sevilla para que su hija María Luisa Fernanda Duquesa de Montpensier la
coloque en los jardines de su palacio de San Telmo. A partir de la Revolución
de 1868 tuvo diversos emplazamientos, y en 1931 en plena II Republica Española
para evitar su destrucción, se traslada a estos jardines de Santa Clara donde
sigue.
Si aún no habéis visitado esta Torre que forma parte de
nuestro patrimonio, hacedlo, disfrutareis contemplándola, además la entrada es
gratuita.
[1]
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