Ayer al pasear por la Ronda de Capuchinos, recordaba los
extramuros de la Híspalis romana. Hoy este escrito lo dedico a estas Santas,
muy relacionadas con estos lugares.
La tradición, que forma parte de la leyenda que rodea a
ambas mártires, nos dice, que sufrieron prisión en las cárceles de la Trinidad
y martirio en el Anfiteatro, situado cercan al convento de Capuchinos.
Estamos ante unas Santas especialmente veneradas en
Sevilla, son junto con la Virgen de los Reyes copatronas de la ciudad.
En la Catedral tienen un altar, cuyas imágenes procesionan
en la festividad del Corpus, rara es la iglesia o edificio religioso, donde no
se encuentre una reproducción de ellas, también han sido pintadas y esculpidas
por los más afamados pintores y escultores.
La calle Santas Patronas en el Arenal están dedicadas a
ellas, e individualmente también tienen calles.
Santas hermanas de corta pero interesantes vidas, y es lo
que voy a narrar.
Justa y Rufina, nacieron en Sevilla en los años 268 y 270,
su familia era de religión cristiana y dedicada al oficio de la alfarería, los
géneros de loza los vendían en un tenderete que instalaban en el mercado.
Eran años de dioses paganos, la religión cristiana
minoritaria y perseguida.
Durante una procesión pagana en honor a Venus, la multitud
exaltada que la festejaba, se dirigió a las hermanas pidiéndoles unos donativos
para la diosa, a lo que estas se negaron alegando que eran cristianas.
Se origino un gran alboroto, rodando rotos por los suelos,
tanto los cacharros de cerámica como la falsa diosa, las detuvieron culpadas de
atentar contra los dioses.
Al ser cristianas, los jueces le impusieron la condición de
ser libertadas si renunciaban a su religión.
Se negaron a ello, siendo encarceladas y torturadas. La
prisión no las doblegó, por lo que el Prefecto ordenó que las llevaran andando
hasta Sierra Morena, castigo que sufrieron sin renunciar a sus principios
religiosos.
Fueron de nuevo encerradas en la cárcel y condenadas a
morir de hambre y sed.
CÁRCELES DE LA IGLESIA DE LA TRINIDAD.
Justa no pudo aguantar tantas privaciones, falleciendo de
inanición, su cadáver fue arrojado a un pozo, siendo recuperado más tarde por
el obispo Sabino.
Rufina que resistía a la muerte, sin beber ni probar
bocado, fue llevada al anfiteatro para que fuera devorada por las fieras.
En la arena, indefensa, solo con su frágil cuerpo, la pobre
mártir se encomienda a Dios, mientras el populacho ruge de placer ante el
espectáculo.
Abren el cubil de las fieras y sale un poderoso y fiero
león, cuando todos esperan que la despedace de un zarpazo, la bestia se le
acerca mansamente, moviendo la cola y lamiendo sus vestiduras se echa a sus
pies, como haría un perrillo de compañía, sin hacerle el más mínimo daño.
El Prefecto romano, lleno de ira y deseando su muerte,
mandan que la degollen y quemen su cuerpo. Nuevamente el obispo Sabino consigue
recoger sus restos para enterrarla junto con su hermana.
Era el año 287, tenían diecisiete y diecinueve años
respectivamente.
Fueron canonizadas y su festividad se celebra el 17 de
Julio, fecha de sus martirios.
SANTAS JUSTA Y RUFINA DE MURILLO.
Estas Santas, suelen ser representadas
portando palmas como símbolo del martirio, a sus pies objetos de barro en
alusión a sus oficios de alfareras y con la Giralda entre las dos. ¿Porque la
Giralda?
La repuesta está en la leyenda que las
considera protectoras de la Giralda, se cuenta que en los terremotos habidos en
Sevilla, incluyendo el gran terremoto de Lisboa de 1755, en que fueron derribados
diversos edificios, la Giralda se mantuvo en pie, al ser sostenida entre sus
manos.
NOTA.- MURILLO PINTÓ ESTE CUADRO PARA EL CONVENTO DE CAPUCHINOS. SE PUEDE VER EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES.
Me ha gustado mucho esta historia .
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