El
paseo de hoy va a ser a lo largo de las murallas, hasta llegar a la Puerta de
Córdoba y la Iglesia de San Hermenegildo.
Estamos,
ante la Puerta de Córdoba de construcción almohade, adosada a ella se encuentra
el edificio de la mencionada iglesia.
Se
cree que el nombre de la puerta se debe, a que cuando la reconquista de Sevilla,
la zona se repobló con cordobeses que llegaron con las tropas del rey Fernando.
También porque de aquí partía el camino hacia la ciudad de Córdoba.
En
la fotografía que adjuntamos, distinguimos claramente una construcción
rectangular almenada, formada por grandes sillares de tapial sobre zócalo de
ladrillo y en sus dos caras visibles, sendas puertas rematadas por arcos de
herradura.
En el
interior un patio descubierto, con acceso
según la leyenda, a la celda de San Hermenegildo.
La práctica totalidad de las
Puertas, al igual que las murallas, sucumbieron a la picota durante la fiebre
de derribos del siglo XIX.
Sólo se salvaron, el arco de la Macarena, el postigo del
Aceite y la Puerta de Córdoba.
Que
esta Puerta no se derribara, contribuyó el no suponer por su situación,
obstáculo alguno para el tránsito de personas y vehículos, y también por la
creencia popular de que en ella estuvo preso dicho santo.
LA IGLESIA DE SAN HERMENEGILDO.
Pasamos por la portada en la que destacan
los colores blanco y albero, y entramos al interior.
La
iglesia de principios del XVII, es amplia y de una sola nave, lo primero que
nos llama la atención debajo de una bóveda de media naranja, es el retablo del
altar mayor, de roble y en el color
oscuro de la madera, dividido en tres partes.
En la
hornacina de la parte baja, se venera una imagen del Santo titular, a un lado
las Santas Justas y Rufina, las restantes pinturas son escenas de la vida del
santo.
A los
pies de la iglesia, detrás de una puerta cerrada, una estrecha escalera conduce
a la muralla, y a poco de esta, se encuentra la cárcel donde según la
tradición, estuvo encerrado San Hermenegildo.
Al
salir de la iglesia me detengo en la fachada ante una placa de mármol, cuyo
texto en latín y castellano nos recuerda que el santo estuvo aquí preso
y derramó su sangre.
Oh, tú, cualquiera que pasa,
venera rendido este lugar,
consagrado con la sangre
del Rey Hermenegildo.
San Hermenegildo, santo sevillano, nació en nuestra
ciudad el año 564, se convirtió al catolicismo por influencia de su esposa
Ingunda.
Su vida y muerte son muy interesantes
de conocer, ya que en ellas se mezcla la historia y la leyenda.
Era hijo de Leovigildo rey godo de
religión arriana, la oficial del reino.
Por causas políticas y de religión,
ambos padre e hijo, se enfrentaron militarmente.
Hermenegildo que era gobernador de la Bética,
se proclamó estando su padre en Toledo, rey de la región que comprendía parte
de Andalucía, siendo Sevilla la residencia de la corte.
Leovigildo lo combatió hasta
capturarlo, encerrarlo y darle muerte. Que sufrió martirio hasta morir
degollado, sin querer abjurar del catolicismo, parece histórico.
Lo que no está claro es el lugar de su
muerte, se lo disputan Sevilla y Tarragona, una tradición dice: que murió en una
celda de la Puerta de Córdoba, otra: que escapó de esta prisión, siendo de nuevo capturado y llevado a Tarragona en
cuyos calabozos se le dio la muerte.
Es
poco probable que San Hermenegildo estuviera preso en la torre-puerta de
Córdoba, ya que según la historia murió en el año 585 y esta puerta es almohade
construida a mediados del siglo XII, o sea más de quinientos años después de la
muerte del santo.
Si bien se queda en
leyenda el encierro de San Hermenegildo
en esta Puerta de Córdoba, si es
muy cierto que en los siglos XV y XVI en Sevilla, hubo una gran devoción por
este santo visigodo, que fue canonizado en 1585.
Para terminar diré,
que Leovigildo el padre de nuestro santo, fue el último rey de religión
arriana, su hijo y sucesor Recaredo, abjuró del arrianismo, unificando todo el
reino bajo la religión católica.
Actualmente, esta iglesia
es la sede central de la Adoración Nocturna Española en la diócesis de Sevilla.
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