“LA
CASA DE PILATOS”.
PASEO
POR EL PALACIO.
En las páginas anteriores comentaba sobre el legendario y
popular nombre de “Casa de Pilatos”, así como de otras series de leyendas
relacionadas con el palacio, el día de hoy lo voy a dedicar a visitarlo.
Don Fadrique Enríquez de Ribera viajó entre los años 1518 y
1520 de peregrinación a Tierra Santa, quedando impresionado al pasar por Italia
con las manifestaciones artísticas del renacimiento.
De vuelta a Sevilla
amplió y reformó el edificio de sus
padres con estas bellas formas arquitectónicas, por ello encontramos en él una
combinación de estilos que lo convierten en uno de los palacio más bellos e
interesantes de Sevilla.
Ya en la antesala
que forma la plaza ante la fachada, empezamos a constatar la grandeza de este
monumental palacio.
PORTADA PRINCIPAL, CRUCES DE JERUSALEN Y CRUZ PRIMERA
ESTACIÓN VIA CRUCIS.
Lo primero que
centra nuestra atención, es la magnífica portada principal renacentista de
mármol en forma de arco triunfal, y labrada en Génova en 1529. Se adorna con dos medallones
de emperadores romanos, y se culmina con un friso relativo a la construcción,
flanqueado por el escudo de los Riberas.
La fachada se
remata con una crestería gótica, en cuya parte central, tres Cruces de Jerusalén
con la inscripción grabada en la piedra:“4 días de Agosto 1519 entró en
Jerusalém”, nos recuerdan el viaje y la llegada de Don Fadrique a los Santos
Lugares.
A la izquierda de la portada, en el interior de una
hornacina, una cruz en mármoles de colores señala la primera estación Cristo condenado a muerte, del Vía Crucis
instaurado por Don Fadrique en 1521.
En la otra fachada, encima del portalón por donde vamos a
pasar al interior, podemos contemplar el conocido popularmente como “balcón de
Pilatos o del Ecce Homo”.
BALCÓN
DEL ECCE HOMO.
En él la tradición sevillana, cree que fue donde Jesús
llevando la corona de espinas, la caña y el manto púrpura, fue presentado al
pueblo por el gobernador o pretor romano Poncio Pilatos diciéndoles: “Ecce Homo[i]”=
he aquí el hombre.
Y el interior del
palacio es indescriptible, no hay pluma que lo cuente, hay que venir a verlo, aquí
se mezclan gratamente las bellezas arquitectónicas y artísticas de los estilos
góticos, mudéjar y renacentista, componiendo un verdadero museo de estatuas, azulejos,
artesonados, medallones, yeserías, mármoles y columnas traídas de Italia, etc.
He dado un
agradable paseo por los jardines, contemplado en la Capilla de la Flagelación,
el pilar donde supuestamente fue Jesús atado y azotado, admirando los diversos
salones con nombres tan sugestivos como Salón Pretorio, Gabinete de Pilatos, de
los Jueces o Dorado, todos adornados con azulejos y cubiertos con artesonados
mudéjares a cual más bello y artístico, y me encuentro en el Patio Principal
eje central de todo el edificio.
Este hermoso patio
se adorna con una hermosa fuente sobre cuatro delfines, labrada al igual que
las columnas, en Génova en 1529, y coronada por el Dios Jano bifronte[ii],
cuatro grandes estatuas de mármol griegas y romanas que
representan a Minerva, Atenea, Ceres y
una danzarina o Musa, ocupan las esquinas del patio.
DIOSA MINERVA. SIGLO I.
DIOSA PALAS ATENEA SIGLO V a.C.
DIOSA CERES
MUSA O BAILARINA CON PANDERETA.
Desde el patio y
por una monumental escalera, cubierta con cúpula de media naranja dorada,
réplica de la del Salón de Embajadores de los Reales Alcázares, se sube a las
estancias de la planta alta. En ellas
podemos admirar ricos tapices, lámparas, alfombras, muebles, una interesante
colección de pinturas, y un techo pintado magistralmente por Francisco Pacheco
en el que se representa “la Apoteosis de Hércules”.
Los próximos días los
voy a dedicar a visitar el antiguo Monasterio de la Cartuja, entidad religiosa
que estuvo muy vinculada a la familia Ribera, en ella se pueden admirar sus
sepulturas, entre las que destacan por su grandiosidad en bello estilo renacentistas, las que Don Fadrique mandara
construir para sus padres Doña Catalina de Ribera y Don Pedro Enríquez.
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