lunes, 30 de diciembre de 2013

LA RESOLANA DE LA MACARENA.

LA RESOLANA DE LA MACARENA.

        En las entradas escritas sobre el barrio de la Macarena, mi imaginación se impone a la voluntad y se retrotrae a muchos años atrás.
          Especialmente esto me sucede al pasar por la Resolana, si ustedes lo supieran, me dirían ¡claro, sí has nacido en esta calle!, efectivamente no solo he nacido, también viví la juventud en ella.
          Claro que la calle actual, no es la de mis tiempos, ahora el intenso tráfico la agobia durante todo el día, no hay niños jugando, ni vecinas charlando o tomando el sol, y falta la alegría de la gente en las puertas de las casas.

LA RESOLANA CON LA TORRE DE LOS PERDIGONES AL FONDO.
         
       La Resolana o Resolana de la Macarena, se conoce con este nombre desde al menos 1665. El caserío en su mayoría, hasta los años 70 del pasado siglo que fueron derribados, eran casas y corrales de vecinos,
Aquellos años jugábamos en la calle a todo tipo de juegos, a las bolas, a piola, al trompo, a la billarda, a cruce crucero, sin miedo a que te pillara un coche, sencillamente porque no los había.
Recuerdo que uno de los juegos era adivinar la marca del coche que venía a lo lejos desde la Barqueta, cada uno decía una marca: ¡es peuyo! ¡no es fia; ¡que va, es citroen! y aquí acababa nuestro conocimiento de marcas, pero seguro que el coche era de una de ellas.
El único cuidado era con el tranvía, pero con este no había problemas, su ruido nos avisaba para quitarnos de en medio.

PERSONAJES POPULARES. Una de las cosas que más nos gustaba,  aparte de los juegos, era seguir a los pintorescos personajes, que entraban y salían de las casas, ofreciendo con un pregón su mercancía u oficio.
Entre ellos recuerdo al “paragüero”, que ofrecía con su pregón,  el arreglo de paraguas y sombrillas, ¡Compongo varillas rotas, y remiendo las telas rotas!

El “latero” era el que más admiración nos producía, entraba en los patios boceando: ¡Se arreglan ollas de porcelana! ¡Se echan culos nuevos! 
A su reclamo, acuden las vecinas con ollas agujereadas para que sean reparadas. Y aquí los chiquillos sentados a su alrededor, observan atónitos el milagro de su oficio, consistente en tapar el agujero con estaño previamente derretido por el soldador calentado al fuego.
       
        Otro que nos gustaba ver trabajar  era  “el sillero” que era muy solicitado, ya que la mayoría de las sillas que se utilizaban tenían los asientos de enea, parecía magia que con unas largas tiras de este material, dejaran nuevos los asientos rotos o hundidos. 
         
          “El ditero” entraba en los patios y ponía su gran canasto de mimbre en el suelo. Aunque nos gustaba ver lo que traía, eran la gran mayoría de mujeres las que se le acercaban, a ellas les  ofrecía variedad  de artículos para el hogar, ropas y telas para vestir, incluso dinero en efectivo. Se le pagaba poco a poco o  sea a dita.       Y era la forma más habitual para comprar, no había como ahora ni tarjetas ni grandes almacenes.

        Uno de los que tenían el pregón más bonito era “el macetero”, que   llegaba cantando con su borrico cargado con flores y macetas.
¡Traigo macetas con flores,
y claveles, mis claveles,
que a canela y clavo huelen!
¡Como huelen! ¡Como huelen!
mis claveles.

        En el verano al atardecer, llegaban los “vendedores de moñas de jazmines”, estas consistían en unos cuantos jazmines ensartados en una horquilla del pelo, con su dulce olor llenaban las calles de un agradable aroma.
¡Moñas de jazmines niñas!
¡Qué bien huelen mis jazmines!

          Sin discusión, el que más nos agradaba era “el barquillero” llegaba con su reolina, pregonando: ¡El barquillero! ¡Traigo ricos barquillos de canela! ¡ Al rico barquillo! Nos acercábamos con las perras chicas a dar vueltas en la reolina y se ganaba el número de barquillos que esta marcaba.

EL BAUTIZO. El acontecimiento más importante, por las perras que nos podía aportar, era cuando se celebraba el bautizo de un recién nacido.
 La comitiva salía de la casa o corral con todos los vecinos, a la cabeza el padrino y la madrina, esta con la criatura en brazos, el cortejo era seguido por una multitud de chiquillos, preparados para aclamar al padrino.
La madre, que no era costumbre que acudiera a la iglesia, se quedaba en la casa acompañada de las personas mayores.      
En el templo se colocan todos alrededor de la pila bautismal, el sacerdote acompañado por los monaguillos procede al bautismo del recién nacido, que recibe el agua en su pequeña cabecita y un grano de sal en la boca, al tiempo que el sacerdote le da el nombre que previamente le han comunicado los padrinos.
El pequeño grano de sal ha hecho que sonría, lo que toman los asistentes como símbolo de buena suerte. Es superstición popular que si llora con la sal es mal augurio, si sonríe es símbolo de futuras venturas. Este rito de dar sal al niño fue suprimido por la Iglesia en 1969.
A la salida de la iglesia, terminada la ceremonia, grupos de chiquillos le cantan al padrino:
¡Padrino, pelón!
¡No lo gastes en vino,
gástalo en galletas
pá los niños de teta!
¡Padrino rumboso
echa un pelón!.
Y el padrino rumboso, arrojaba un “pelón”, o sea el puñado de monedas de perras chicas que le cabía en la mano. Y así varias veces, durante el camino de vuelta a la casa. A cada “pelón” los chavales se tiraban por los suelos en busca de algunas de las monedas.
Las perras chicas, que cogíamos en los “pelones” y las perras gordas, eran unas monedas en bronce de cinco y diez céntimos, que en una de sus caras tenían un león, popularmente confundido con un perro, de aquí el nombre de perras chicas y gordas.
          Oficialmente estas monedas emitidas en 1870 fueron  retiradas en 1941, y sustituidas por otras de aluminio de cinco y diez céntimos con el león sustituido por un lancero a caballo, y por extensión también conocidas como perras chicas y gordas. En 1959 ambas de cobre y aluminio fueron  retiradas.

Nota.- La costumbre del pelón de monedas en los bautizos, así como la mayoría de los oficios que se mencionan han desaparecido, otros como los panaderos de Alcalá dejaron de traer el pan a Sevilla. El Pali, trovador de Sevilla, en un canto nostálgico nos lo recuerda:
“Mare, ya no viene
el tren a las claritas del día,
que trae a los panaderos de
Alcalá de Guadaira.
           
            En estos otros versos se preguntaba:
¿Donde están los afiladores
y el tio de la arropía.?
¿Y el hombre que pregonaba
los melones de la isla.?

            Para finalizar y de vuelta a los tiempos actuales, aún podemos ver en la Resolana dos antiguos edificios, uno de ellos que se construyó a mayor altura del nivel de la calle para evitar las inundaciones por las riadas, son “los Altos Colegios de la Macarena”, el colegio público en activo, más antiguo de Sevilla, en él se imparten clases desde su inauguración en 1894.
          El otro es la Torre de los Perdigones, levantada en 1885, formando parte de la Fundición San Francisco de Paula, Plomos Figueroa. Desaparecida la fábrica, la torre se halla rodeada de jardines, y con sus cuarenta y cinco metros de altura, sirve de mirador y cámara oscura, con magnificas vistas panorámicas de la ciudad.
         
          Si tenéis ocasión no dejéis de subir a esta Torre, os asombrareis viendo Sevilla desde las alturas.




      




         



       
         

       
       



jueves, 26 de diciembre de 2013

EL CAMPO DEL HOSPITAL DE LA MACARENA.

EL CAMPO DEL HOSPITAL DE LA MACARENA.
       
        Hoy voy a pasear por el “campo del hospital” o para que mejor se me entienda por los jardines del Parlamento de Andalucía. Estos jardines están más “ajardinados”, antes tenían una profusa vegetación, que a los chiquillos nos parecía un bosque, si te colabas por entre los barrotes de la verja, y te adentrabas en su interior en sus charcas podías coger ranas o zapateros[1].
          Para mí siempre será “campo del hospital”, aquí hace muuuchos  años, entre los árboles del exterior de la verja,  los chavales del barrio macareno jugábamos a la pelota, a veces esta estaba   hecha de trapos, pero ojo, había que estar muy alerta por si venían los “guindillas”[2], te quitaban la pelota y si te cogían te llevaban al cuartelillo de la Tenencia, situado en la muralla cerca de la Puerta de Córdoba.
        Sí por desgracia, durante el juego padecíamos un accidente, no recuerdo ninguno que fuera grave, lo más una rodilla desollada, o algún golpe en brazos o piernas, nos curaban en el Hospital, generalmente para que la herida no se infectara, la cubrían con un aparatoso vendaje, al llegar a casa comenzaban los verdaderos problemas, había que escuchar los gritos de las madres, al ver al hijo en tan aparente lamentable estado.

Y aquí estoy contemplando el antiguo Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre, monumental edificio de los más importantes de la arquitectura civil del renacimiento, que construyera Doña Catalina de Ribera y su hijo Don Fadrique Enríquez de Ribera a mediados del siglo XVI.
La portada es toda de mármol blanco dividida en dos cuerpos, en el centro un balcón con balaustrada, a ambos lados los escudos nobiliarios de los Enríquez y Riberas sus fundadores y se remata con el escudo de las Cinco Llagas.
Llegó a ser  uno de los hospitales  mejores de Europa, con numerosas salas dedicadas a múltiples enfermedades.
Los sevillanos y en particular los macarenos, recibieron en sus instalaciones consuelo para sus enfermedades,  en sus salas de maternidad llegaron al mundo la mayoría de los habitantes del barrio.

            Han pasado años y siglos de su construcción, el edificio cae en una etapa de ruina y abandono, hasta que como institución hospitalaria se cierra definitivamente en 1972. La Diputación su propietaria, se lo cede a la Junta de Andalucía para que una vez rehabilitado pase a ubicarse el Parlamento Autonómico.
          En 1992 terminan las obras y el 28 de Febrero de ese mismo año se inaugura como sede del Parlamento, utilizando la iglesia como salón de plenos. Las obras definitivas se concluyeron en 2003,  se restauraron varios patios y otras dependencias, incluso se levantó la torre derecha que estaba sin terminar.
          Pero retrocedamos de nuevo en el tiempo, y acerquémonos a uno de los extremos del campo, donde se encuentra situado el monumento dedicado por la ciudad de Sevilla, a la memoria del investigador Sir Alexander Fleming descubridor de los efectos antibióticos de la penicilina, que salvó y salva a tantísimas vidas.

          El monumento consta de tres volúmenes, en el central de mayor altura sobre un pedestal su busto en bronce. En la parte trasera las alegorías en relieve de la ciencia y la vida, y una fuente por la que fluye un surtidor de agua[.
          Desde 2004 se encuentra instalado en el patio de la Facultad de Medicina, entre futuros médicos quizás sea el lugar idóneo para tan célebre investigador, pero aquí lo contemplan tan solo los estudiantes, en su lugar anterior lo podía admirar toda Sevilla.
          En la calzada, muy cerca del monumento, está situada la parada del tranvía número trece, que circulando entre huertas, llega hasta el Cementerio, en la rotonda exterior todavía al día de hoy, se pueden ver en el suelo los raíles de las vías del tranvía.
          Atravesamos el campo, hasta llegar a la zona lateral con la calle Don Fadrique, aquí dos quioscos, uno de prensa y otro de “calentitos”.  Sí lo he dicho bien “calentitos” ese es su nombre y no churros. “Calentitos” pedíamos para desayunar, no solo nosotros, sino todos los macarenos.

          El quiosco propiedad de la familia Alfonso desde 1927 es el único en toda la ciudad que vende “calentitos” como incluso hoy pregona su rótulo.
         
        Sobre el nombre de la calle Don Fadrique, quiero aclarar un posible equívoco, no está dedicada a Don Fadrique Enríquez de Ribera, promotor junto con su madre de la fundación del Hospital, como podría parecer lo más lógico, sino a Don Fadrique Alfonso de Castilla, Maestre de Santiago y hermanastro del rey Don Pedro  I.
           Este Fadrique conspiró contra el rey, quien supuestamente lo perdona  invitándolo a verse en Sevilla, el Maestre accede y llega a la ciudad en 1358, entra por la Puerta de la Macarena y pasando por la calle Real llega a los Reales Alcázares, donde su hermanastro Pedro lo hace matar.
        Hermanos desunidos en vida, en la muerte unidos, ambos se encuentran enterrados en la cripta de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla.
          El camino por el que llegó a nuestra ciudad tuvo varios nombres, entre ellos calzada de los Macarenos, desde 1859 lleva en su memoria el de calle Don Fadrique.
         
       En los próximos días seguiré deambulando por las calles de la Macarena y os contaré otras cosas.
         








[1]  LIBÉLULAS, SE POSABAN EN LOS ARBUSTOS Y CAÑAS, LAS COGÍAMOS POR LA PARTE TRASERA DE LA COLA.

[2]    POLICÍA LOCAL MUNICIPAL.

viernes, 20 de diciembre de 2013

LA PARTE NORTE DE LA ALAMEDA

                                                LA PARTE NORTE DE LA ALAMEDA.



Antiguamente esta parte de la Alameda, era una amplia explanada tan solo ocupada por una sencilla cruz. 
Una leyenda cuenta: Que en este lugar llamado  la Cruz del Rodeo, a principio del siglo XVI perdió la vida de forma violenta, Per Afán de Ribera, hijo de los Marqueses de Tarifa. Sus padres mandaron quitar la cruz (se encuentra en la iglesia de Ómnium Sanctórum) y en el mismo lugar costearon la capilla de la Virgen del Carmen, donde tiene su sede desde 1502 la Hermandad de gloria de la Santa Cruz del Rodeo y Virgen del Carmen. 
Es entre los años 1764-65 gobernando como Asistente Don Ramón de Larrumbe, cuando se realizan profundas reformas en la Alameda, se introducen alcantarillas y desagües,  se ponen fuentes y se plantan nuevos árboles. 
En esta parte norte se levantan dos columnas, rematadas con leones de piedra que sostienen los escudos reales y de Sevilla. 

Estas columnas conocidas popularmente como los “Hércules Nuevos” están construidas en ocho piezas, por ello pierden la esbeltez y grandiosidad, que tienen las que sostienen a los Hércules.
En esta línea escribe el Duque de Rivas sobre las columnas: 
“La altura y gallardía de sus columnas, la majestad con que descuellan sobre el gigantesco arbolado...causa sensación profunda en los ojos y en el corazón de quien las mira y contempla. Por cierto no tienen tal virtud, las dos hermanas raquíticas que quiso darle el siglo XVIII en las ridículas columnillas de ocho pedazos cada una en la parte opuesta de la Alameda, como si dijéramos a su salida se colocaron. ¡ Que diferencia!..Aquellas son las canillas de un Titán, estas como un juguetillo”. 
Cercanas a la calle Calatrava, se encuentran las  estatuas de la Niña de los Peines y de Manolo Caracol que se colocaron en 1968 y 1991, junto a ellas la del torero Manuel Jiménez Chicuelo, que al igual que los otros vivió en la Alameda de Hércules. 



      Ha pasado el tiempo, poco a poco la Alameda ha perdido sus características, desapareció su hermoso arbolado y se destruyeron las fuentes, todo se perdió, árboles centenarios, carrozas, caballos, veladas, etc. 


       La última reforma de la Alameda se terminó hace unos pocos años,  reforma que ha hecho que este hermoso paseo, a mi criterio, sea una caricatura de que lo fue antaño, edificios modernos como el cuadrado y sin ventanas de la nueva comisaría de policía, las modernas farolas tipo ducha, los bancos de ladrillos pintados de amarillo, o el suelo de feas losetas y sin albero, etc. 
        Los propios Hércules, afortunadamente para ellos no la ven por estar de espaldas, si pudieran verla se bajarían de sus columnas y se marcharían lo más lejos posible.




LEONOR DAVALOS Y URRACA OSORIO.

LEONOR DAVALOS  Y URRACA OSORIO.

        En el lado oeste de la Alameda de Hércules, entre las calles Santa Ana y Arias Montano, muy cerca del Centro Cívico Las Sirenas, se encuentran dos calles con estos nombres de mujeres que figuran en la historia, y cuyas muertes protagonizan  una de las muchas tradiciones que se cuentan sobre el rey Don Pedro I.
          Para situarnos en el tiempo, comencemos con la historia.
          A la muerte de Alfonso XI se produce el conflicto que desencadenaría en guerra civil, entre los partidarios del hijo legítimo y sucesor al trono Pedro I de Castilla y los del hijo ilegitimo y pretendiente a gobernar Enrique de Trastamara.
          Muchos de los nobles andaluces, ambiciosos y descontentos con el rey, se pusieron al lado del bastardo Don Enrique, entre ellos Don Juan Alonso de Guzmán Señor de Sanlúcar, nieto de Guzmán “el Bueno” e hijo de Doña Urraca Osorio.
          En Nájera (La Rioja) se produjeron dos batallas en 1360 y 1367, en ambas Don Pedro derrotó a su hermanastro que huyó a Francia.
          Dos años más tarde en la batalla de Montiel (Ciudad Real) muere Don Pedro a manos de Enrique de Trasmatara y este sube al trono.
          Esto de Montiel está aún por llegar, pero en 1367 de vuelta vencedor Don Pedro, comienza la persecución y castigo de la nobleza que había apoyado al Trasmatara.
          Don Juan Alonso de Guzmán consiguió huir, el rey en represalia apresó a su madre Doña Urraca.  
          Esta a pesar de proclamar su inocencia, es acusada de  delitos de conspiración contra el rey y condenada a morir quemada viva en la hoguera. Lo que se ejecutaría en el gran descampado baldío conocido como La Laguna, actual Alameda de Hércules.
           En Septiembre de 1367 fecha fijada para su muerte, rodeada de soldados y aguaciles, llega la noble dama con  rostro sereno al lugar de la ejecución, el verdugo se hace cargo de ella atándola al poste central, procediendo a continuación a encender la pira mortal, que debido a la sequedad de la madera se avivó con rapidez.
          Doña Urraca devorada sus carnes por el fuego, al tiempo que lanza desgarradores gritos, se retuerce presa de grandes dolores, el viento y sus desesperados movimientos por librarse de la tortura, le alza las ropas dejando al descubierto las piernas y parte del cuerpo.  
          Entonces su fiel doncella Leonor Dávalos, que la había acompañado en la prisión sin separarse ni un momento de ella, ante las burlas del populacho asistente que se mofaba y reía, se introduce en el interior de la hoguera para abrazar  y cubrir con su propio cuerpo el de su señora y evitarle el dolor añadido de mostrar la desnudez de sus carnes.
          La multitud congregada alrededor de la hoguera, presencia horrorizada la horrible muerte de las dos mujeres con los cuerpos entrelazados[1].
          El tiempo por su fidelidad y abnegación ha convertido en legendaria la figura de Leonor Dávalos, a ella y a su señora se le dedican estas calles en la Alameda.
          En el lugar en que, según la tradición, fueron quemadas, se colocó una cruz de hierro, conocida por la forma de su peana, como la Cruz de la Tinaja,  cruz que a mediados del XIX fue retirada y trasladada a la iglesia de Ómnium Sanctórum, actualmente en el mismo sitio que estuvo la cruz,  hay una calle con el nombre de Cruz de la Tinaja.

En el Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce, se encuentra el sepulcro de Doña Urraca Osorio, a sus pies, la figura de su fiel doncella Leonor Dávalos. En el epitafio de la tumba se recoge este suceso, que dice así:

Aquí reposan las zenizas de Doña Urraca Osorio de Lara, mujer de D. Juan Alonso Pérez de Guzmán, Illmo. Señor de Sanlucar, murió quemada en la Alameda de Sevilla por orden del Rey Don Pedro el Cruel, por le quitar los tesoros e riquezas. También se quemó con ella, porque no peligrase su honestidad Leonor Dávalos Leal criada suia. Ano de 1.367.


               Nota.-Si dais un paseo hasta Santiponce a visitar este Monasterio, pasareis un rato agradable contemplando este monumental edificio y las riquezas que contiene, además la entrada es gratuita.

 


         



[1]  SOBRE LA CRUZ DE LA TINAJA, URRACA OSORIO Y LEONOR DÁVALOS, VÉASE CURIOSIDADES SEVILLANAS DE ALFONSO ALVAREZ-BENAVIDES.

sábado, 14 de diciembre de 2013

LOS HÉRCULES DE LA ALAMEDA.

         LOS HÉRCULES DE LA ALAMEDA.

         No sé si os pasará lo mismo que a mí, que de tanto pasar por la Alameda sin mirar hacia arriba de las columnas, me pierdo y me pregunto ¿quiénes son estos personajes que dan nombre a la Alameda? y ¿cuales  sus lugares en la historia y tradiciones de Sevilla?
Vayamos con Hércules.

 
                Sevilla y la leyenda de Hércules. Según la fábula, su fundación fue obra del dios mitológico Hércules.

            Este vino al sur de la península ibérica a robar los bueyes del rey de Tartessos Gerion, vencido este rey, remontó el río Guadalquivir, y llegando a un lugar que le pareció el mejor de cuantos había visto, colocó seis pilares de piedra con la siguiente inscripción: “Aquí será levantada una gran ciudad que se llamará Híspalis”.

          Otra versión de esta leyenda, nos dice que el que plantó los pilares, fue un comerciante fenicio de nombre Hércules Melkart.
          Fuera el dios o el comerciante, lo cierto que la fundación mítica de Sevilla se debe a Hércules.

              Julio Cesar y Sevilla.
             La otra estatua representa a Julio César (Roma 100 a.C.-44 a.C.)  vestido de romano, con coraza y clámide o capa.

               Este personaje histórico, estuvo muy vinculado a Sevilla, cuando la dominación romana, al ser elegido Magistrado de la Hispania Ulterior, y más tarde Pretor, eligió Híspalis para establecer en ella su residencia.
            Tras vencer en la guerra civil a Pompeyo, fortaleció las defensas ampliando el cerco de murallas, e hizo a Híspalis la capital de la provincia, elevándola a la más alta categoría de ciudad como “Colonia Iulia Romula Híspalis”.

            Hércules y Julio César se unifican, el dios pondría los pilares y el césar la elevaría a la categoría de ciudad, siendo ambos dignos merecedores de ser considerados “Padres de la patria hispalense” y de figurar sus estatuas, en lo más alto de las columnas de la Alameda, para recibir el homenaje del pueblo sevillano.

               La estatua de Hércules está dedicada a Carlos V, y la de Julio Cesar a Felipe II.
               En el siglo XVI Sevilla era la ciudad más importante del reino, puerta de acceso al Nuevo Mundo, aquí llegaban barcos con productos de todos los lugares del mundo conocido.
           Con la formación de la Alameda en 1574, se quiso representar la grandeza, antigua y presente de Sevilla.
           En las estatuas se identifica al emperador Carlos V como un nuevo Hércules en cuyo imperio “no se ponía el sol”, y al rey Felipe II con Julio César ya que ambos contribuyeron a las reformas urbanas.
Yo Hércules funde esta ciudad.
Julio César puso los muros a tu servicio.
El emperador Carlos la adornó.
Y tú Felipe II le darás cosas mejores.

           Ambos monarcas tenían una especial predilección por Sevilla, Carlos V la escogió para su boda con la princesa Isabel de Portugal el 11 de Marzo de 1526.
           Felipe II era el monarca reinante en los años de construcción de la Alameda, Sevilla le tenía gran afecto, lo que quedo de manifiesto en el gran recibimiento que se le hizo en 1570 cuando visitó la ciudad.
             
        Nota.-Los orígenes del nacimiento histórico de Ispal (Sevilla) son inciertos, aunque los datos con mayores fundamentos, la sitúan en el siglo VIII a.C. por los iberos o tartesios.





viernes, 13 de diciembre de 2013

LAS COLUMNAS DE LOS HÉRCULES.



LAS COLUMNAS DE LOS HÉRCULES.

    La historia de la creación de la Alameda de Hércules en la zona llamada La Laguna, es muy conocida, sabemos que la iniciativa partió de Don Francisco de Zapata Conde de Barajas a finales del siglo XVI.
    Con este gran proyecto, se creaba un parque público de paseo y esparcimiento, poblado con numerosos árboles y fuentes, al tiempo que se eliminaba el gran foco de enfermedades que causaban las aguas estancadas en la zona, y en tercer lugar con las estatuas, la ciudad declaraba su cariño y respeto por unos personajes, legendarios o históricos, que la fundaron y engrandecieron con dones y privilegios. Nota.- Véase la entrada titulada “Los Hércules de la Alameda”.

    Pero aquí en estas líneas, lo que nos interesa son las columnas o fustes.
    No sé si me creeréis, pero estas columnas de la Alameda (siguiendo la fábula de la fundación por Hércules) formaban parte de los seis pilares, que este dios mitológico plantó para la futura Sevilla.

HÉRCULES Y LAS COLUMNAS.
JARDINES PARLAMENTO DE ANDALUCIA.

Y os puedo demostrar que son las autenticas de Hércules.
    La calle Mármoles, de donde proceden las columnas, se encuentra dentro de la cota más alta de Sevilla.
    Esta fue la primera tierra que hace 3.000 años, emergió del lago “Lacus Ligustinus” cuyas aguas cubrían desde tiempos muy remotos, el actual valle del Guadalquivir.
  Tan solo era una pequeña isla, donde se produjeron los primeros poblamientos prerromanos.
     Por tanto tuvo que ser, en este pequeño territorio de la calle Mármoles o sus alrededores, donde Hércules levantó las columnas, que dos de ellas podemos contemplar en la Alameda.
   Nota.- La realidad es que las columnas están fechadas en el siglo II d.C. perteneciente a un templo romano, situado en la actual calle Mármoles y dedicado a los dioses Hércules o Diana.
     
      Traslado de las columnas.
    Sí el levantamiento de los pilares por Hércules, fue un trabajo titánico, no lo fue menos la obra real y gigantesca que hubo que realizarse, para sacar las columnas del solar donde estaban semienterradas, su posterior transporte, y su colocación en la  Alameda. Fue un trabajo digno de Hércules, como se recoge en el pedestal que sostiene la columna de Julio César.
     El traslado fue un acontecimiento para la población sevillana, que según la tradición reconocía estas columnas como parte de las que plantó Hércules.
    La estrechez de las calles, hizo que las columnas no se pudieran transportar tumbadas sobre carros, recordemos que son de granito y miden nueve metros de largo.
    Fue necesario fabricar unas altas torres de madera, y sobre rodillos ser arrastradas por bueyes. Partieron  desde la calle Mármoles hasta la Puerta de la Carne, continuando por extramuros hasta la  Puerta de la Macarena, donde hubo que partir un trozo de muralla, para introducirlas hasta la Alameda.
    En 1574 se culminó toda la obra, se asentaron las columnas, las estatuas fueron colocadas sobre sus peanas y capiteles, y en los pedestales se gravaron las inscripciones con las referencias pertinentes a los personajes relacionados con el acontecimiento.[1]  

    Las leyendas sobre Hércules y las columnas, no terminan en estas de la Alameda. Cuando el legendario héroe estuvo por estas tierras, una de las hazañas que hizo fue separar las rocas que unían la península ibérica con África, abriendo paso hacia el Océano Atlántico.
    La mitología, a causa de esta proeza, situó a cada lado del estrecho de Gibraltar, unas columnas llamadas de Hércules, que señalaban el límite del mundo conocido, Non Plus Ultra, no más allá.
    Por el mismo motivo, en el escudo de Andalucía se representa a Hércules entre dos columnas, sujetando dos leones que representan la fuerza, arriba en el medio arco las palabras latinas: Dominator Hércules Fundator= (Hércules fundador y gobernador). A los pies en una inscripción sobre los colores verde y blanco de la bandera andaluza, se lee: Andalucía por sí, para España y la Humanidad.
    Blas Infante considerado el Padre de la Patria Andaluza, fue el creador del escudo de Andalucía, tomando varios elementos, como las columnas o los leones, del escudo de la ciudad de Cádiz.

    Dentro de unos días continuaré con los Hércules.








[1]  SOBRE LOS HÉRCULES DE LA ALAMEDA. VÉASE ESQUINAS Y CONVENTOS DE SANTIAGO MONTOTO Y NUEVA ROMA MITOLOGIAS Y HUMANISMO EN EL RENACIMIENTO SEVILLANO DE VICENTE LLEÓ CAÑAL.

jueves, 12 de diciembre de 2013

TOREROS EN EL CEMENTERIO

TOREROS EN EL CEMENTERIO.

Hoy voy a pasear por el cementerio, estamos en Diciembre y hace una buena mañana para tomar el sol.
Aunque en este Cementerio de San Fernando de Sevilla, hay enterrados muchos y grandes toreros, hoy tan solo voy a visitar las tumbas de cinco de ellos, que desgraciadamente murieron por cornadas producidas por los toros que estaban lidiando.
JOSÉ GOMÉZ ORTEGA “JOSELITO” (1895-1920).  Estamos ante el más popular y famoso mausoleo fúnebre de todo el cementerio,  dedicado a la memoria del torero “Joselito”.          
Se compone de un grupo escultórico en mármol y bronce del cortejo del entierro, todo el conjunto es una autentica obra de arte, realizado por el escultor valenciano Mariano Benlliure.
El rostro en mármol blanco del torero contrasta con el bronce de los acompañantes, dándole gran dramatismo a la composición.
Hombres, mujeres y niños que portan el féretro,  manifiestan en sus rostros el dolor ante la muerte del ídolo.

Recordemos que Joselito murió en la plaza de toros de Talavera de la Reina el 16 de Mayo de 1920, el quinto toro de la tarde de nombre “Bailaor” lo corneó en el vientre, cornada que le produjo la muerte, tenía 25 años.
Fue una gran conmoción en todo el mundo, Sevilla entera lloró por él, su entierro por las calles de la ciudad fue multitudinario, la Virgen de la Macarena, a cuya Hermandad estaba muy vinculado, se vistió  de luto.
En la foto, camina en primer lugar una gitana acompañada de una niña, porta en sus manos una imagen de la Virgen Macarena, detrás el ganadero Eduardo Miura y su cuñado Ignacio Sánchez Mejías.

IGNACIO SANCHEZ MEJIAS (1891-1934). Cuñado de Joselito, sus restos descansan en el mismo mausoleo.
 Ignacio fue un personaje polifacético, además de torero, entre otras cosas, fue escritor, dramaturgo, presidente de la Cruz Roja y del Real Betis Balompié.
Formó cártel con Joselito en la corrida de Talavera de la Reina en la que este murió, fue testigo de su muerte y quedó tan afectado que el mismo año dejó los toros.
Reapareció años más tarde, para morir en 1934 en la plaza de Manzanares (Ciudad Real) por el toro “Granadino” que le empitonó por el muslo, no permitió que lo operaran en la enfermería de la plaza, días más tarde la herida se le agangrenó muriendo el 13 de Agosto, se dice que buscó la muerte.
Su amigo y poeta Federico García Lorca le compuso el poema “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías” del que he entresacado unos versos:
A las cinco de la tarde,
eran las cinco en punto de la tarde
que temibles cinco de la tarde.

Un niño trajo la blanca sábana
a las cinco de la tarde.
Y un muslo con un asta desolada
a las cinco de la tarde.

A lo lejos ya viene la gangrena
a las cinco de la tarde.
Un ataúd con rueda es la cama
a las cinco de la tarde.
Dile a la luna que venga
que no quiero ver la sangre
de Ignacio sobre la arena.

FRANCISCO RIVERA “PAQUIRRI” (1948-1984) Frente a Joselito se levanta la brillante tumba con la gigantesca estatua en bronce de Francisco Rivera “Paquirri” representa al torero en traje de luces dando el último pase.

Murió por los cuernos del toro “Avispado” en la plaza de toros de Pozoblanco.
Murió lleno de valentía, sus últimas palabras al médico de la plaza fueron “Doctor, la cornada es fuerte, tiene al menos dos trayectorias: una pacá y otra pallá, abra todo lo que tenga que abrir, lo demás está en sus manos, ahora tranquilo y sólo le pido un vaso de agua para enjuagarme la boca”.
 Su muerte fue muy sentida, a su paso por las calles hacia el cementerio, un gran gentío gritaba ¡torero, torero!.

MANUEL GARCÍA CUESTA “EL ESPARTERO” (1865-1894).
 Siguiendo por la acera izquierda de la calle principal, en la esquina de la calle de San Teófilo, se encuentra la sepultura de este matador de toros, en ella, una columna romana  partida y derribada representa su vida rota en plena juventud, en la lápida grabado el grito desgarrador de la madre ¡Hijo del alma!

Le pusieron de apodo “el Espartero” porque trabajó en la espartería que tenía su padre en la Plaza de la Alfalfa.
Murió a los 29 años en la plaza de toros de Madrid corneado por el toro “Perdigón”.
Fue un torero muy popular y generoso, el cortejo fúnebre por las calles de Sevilla fue presenciado por una gran multitud que lo aclamaba y lloraba.
El poeta sevillano Fernando Villalon (Sevilla 1881-1930) a su muerte y entierro le dedicó un sentido poema del que entresaco unos versos.
Giralda, madre de artistas,
molde de fundir toreros,
dile al Giraldillo tuyo
que se vista un traje negro.

Malhaya  sea Perdigón,
el torillo traicionero.

De negro los mayorales
y en la fusta un lazo negro.

Ocho caballos llevaba
el coche del Espartero.

FRANCISCO VEGA DE LOS REYES (1903-1931). “GITANILLO DE TRIANA”. Famoso torero, sevillano y trianero, murió en la plaza de toros de Madrid, a los 28 años, por los cuernos del toro “Fandanguero”, de él diremos los versos del poeta[1]:
Qué triste tarde aquella
que te cogió Fandanguero
está de luto Triana
se quedó sin el requiebro
de la gracia del toreo.

Triana lloró de pena
la Cava quedó callada
Triana en silencio
llorando la muerte
de un gitano torero.

La llegada del féretro a la estación de Córdoba era esperada por mucha gente, que se fue haciendo multitud durante el recorrido desde la Plaza de Armas hasta el Cementerio de San Fernando.

          TUMBA DE GITANILLO DE TRIANA Y EL BANCO DONDE SE SENTABA SU MADRE.
Desde entonces sus restos reposan en la tumba que se ve en la foto, delante el banco de piedra, que  el Ayuntamiento acordó colocar para que la madre del torero, que iba todos los días a rezar y llorar a su hijo, pudiera descansar.

Aquí doy por finalizado mi paseo de hoy por el Cementerio.










[1]  SILENCIO POR GITANILLO DE TRIANA DE JOSÉ MANUEL LOPÉZ MOHINO.