viernes, 20 de diciembre de 2013

LEONOR DAVALOS Y URRACA OSORIO.

LEONOR DAVALOS  Y URRACA OSORIO.

        En el lado oeste de la Alameda de Hércules, entre las calles Santa Ana y Arias Montano, muy cerca del Centro Cívico Las Sirenas, se encuentran dos calles con estos nombres de mujeres que figuran en la historia, y cuyas muertes protagonizan  una de las muchas tradiciones que se cuentan sobre el rey Don Pedro I.
          Para situarnos en el tiempo, comencemos con la historia.
          A la muerte de Alfonso XI se produce el conflicto que desencadenaría en guerra civil, entre los partidarios del hijo legítimo y sucesor al trono Pedro I de Castilla y los del hijo ilegitimo y pretendiente a gobernar Enrique de Trastamara.
          Muchos de los nobles andaluces, ambiciosos y descontentos con el rey, se pusieron al lado del bastardo Don Enrique, entre ellos Don Juan Alonso de Guzmán Señor de Sanlúcar, nieto de Guzmán “el Bueno” e hijo de Doña Urraca Osorio.
          En Nájera (La Rioja) se produjeron dos batallas en 1360 y 1367, en ambas Don Pedro derrotó a su hermanastro que huyó a Francia.
          Dos años más tarde en la batalla de Montiel (Ciudad Real) muere Don Pedro a manos de Enrique de Trasmatara y este sube al trono.
          Esto de Montiel está aún por llegar, pero en 1367 de vuelta vencedor Don Pedro, comienza la persecución y castigo de la nobleza que había apoyado al Trasmatara.
          Don Juan Alonso de Guzmán consiguió huir, el rey en represalia apresó a su madre Doña Urraca.  
          Esta a pesar de proclamar su inocencia, es acusada de  delitos de conspiración contra el rey y condenada a morir quemada viva en la hoguera. Lo que se ejecutaría en el gran descampado baldío conocido como La Laguna, actual Alameda de Hércules.
           En Septiembre de 1367 fecha fijada para su muerte, rodeada de soldados y aguaciles, llega la noble dama con  rostro sereno al lugar de la ejecución, el verdugo se hace cargo de ella atándola al poste central, procediendo a continuación a encender la pira mortal, que debido a la sequedad de la madera se avivó con rapidez.
          Doña Urraca devorada sus carnes por el fuego, al tiempo que lanza desgarradores gritos, se retuerce presa de grandes dolores, el viento y sus desesperados movimientos por librarse de la tortura, le alza las ropas dejando al descubierto las piernas y parte del cuerpo.  
          Entonces su fiel doncella Leonor Dávalos, que la había acompañado en la prisión sin separarse ni un momento de ella, ante las burlas del populacho asistente que se mofaba y reía, se introduce en el interior de la hoguera para abrazar  y cubrir con su propio cuerpo el de su señora y evitarle el dolor añadido de mostrar la desnudez de sus carnes.
          La multitud congregada alrededor de la hoguera, presencia horrorizada la horrible muerte de las dos mujeres con los cuerpos entrelazados[1].
          El tiempo por su fidelidad y abnegación ha convertido en legendaria la figura de Leonor Dávalos, a ella y a su señora se le dedican estas calles en la Alameda.
          En el lugar en que, según la tradición, fueron quemadas, se colocó una cruz de hierro, conocida por la forma de su peana, como la Cruz de la Tinaja,  cruz que a mediados del XIX fue retirada y trasladada a la iglesia de Ómnium Sanctórum, actualmente en el mismo sitio que estuvo la cruz,  hay una calle con el nombre de Cruz de la Tinaja.

En el Monasterio de San Isidoro del Campo en Santiponce, se encuentra el sepulcro de Doña Urraca Osorio, a sus pies, la figura de su fiel doncella Leonor Dávalos. En el epitafio de la tumba se recoge este suceso, que dice así:

Aquí reposan las zenizas de Doña Urraca Osorio de Lara, mujer de D. Juan Alonso Pérez de Guzmán, Illmo. Señor de Sanlucar, murió quemada en la Alameda de Sevilla por orden del Rey Don Pedro el Cruel, por le quitar los tesoros e riquezas. También se quemó con ella, porque no peligrase su honestidad Leonor Dávalos Leal criada suia. Ano de 1.367.


               Nota.-Si dais un paseo hasta Santiponce a visitar este Monasterio, pasareis un rato agradable contemplando este monumental edificio y las riquezas que contiene, además la entrada es gratuita.

 


         



[1]  SOBRE LA CRUZ DE LA TINAJA, URRACA OSORIO Y LEONOR DÁVALOS, VÉASE CURIOSIDADES SEVILLANAS DE ALFONSO ALVAREZ-BENAVIDES.

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