jueves, 26 de diciembre de 2013

EL CAMPO DEL HOSPITAL DE LA MACARENA.

EL CAMPO DEL HOSPITAL DE LA MACARENA.
       
        Hoy voy a pasear por el “campo del hospital” o para que mejor se me entienda por los jardines del Parlamento de Andalucía. Estos jardines están más “ajardinados”, antes tenían una profusa vegetación, que a los chiquillos nos parecía un bosque, si te colabas por entre los barrotes de la verja, y te adentrabas en su interior en sus charcas podías coger ranas o zapateros[1].
          Para mí siempre será “campo del hospital”, aquí hace muuuchos  años, entre los árboles del exterior de la verja,  los chavales del barrio macareno jugábamos a la pelota, a veces esta estaba   hecha de trapos, pero ojo, había que estar muy alerta por si venían los “guindillas”[2], te quitaban la pelota y si te cogían te llevaban al cuartelillo de la Tenencia, situado en la muralla cerca de la Puerta de Córdoba.
        Sí por desgracia, durante el juego padecíamos un accidente, no recuerdo ninguno que fuera grave, lo más una rodilla desollada, o algún golpe en brazos o piernas, nos curaban en el Hospital, generalmente para que la herida no se infectara, la cubrían con un aparatoso vendaje, al llegar a casa comenzaban los verdaderos problemas, había que escuchar los gritos de las madres, al ver al hijo en tan aparente lamentable estado.

Y aquí estoy contemplando el antiguo Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre, monumental edificio de los más importantes de la arquitectura civil del renacimiento, que construyera Doña Catalina de Ribera y su hijo Don Fadrique Enríquez de Ribera a mediados del siglo XVI.
La portada es toda de mármol blanco dividida en dos cuerpos, en el centro un balcón con balaustrada, a ambos lados los escudos nobiliarios de los Enríquez y Riberas sus fundadores y se remata con el escudo de las Cinco Llagas.
Llegó a ser  uno de los hospitales  mejores de Europa, con numerosas salas dedicadas a múltiples enfermedades.
Los sevillanos y en particular los macarenos, recibieron en sus instalaciones consuelo para sus enfermedades,  en sus salas de maternidad llegaron al mundo la mayoría de los habitantes del barrio.

            Han pasado años y siglos de su construcción, el edificio cae en una etapa de ruina y abandono, hasta que como institución hospitalaria se cierra definitivamente en 1972. La Diputación su propietaria, se lo cede a la Junta de Andalucía para que una vez rehabilitado pase a ubicarse el Parlamento Autonómico.
          En 1992 terminan las obras y el 28 de Febrero de ese mismo año se inaugura como sede del Parlamento, utilizando la iglesia como salón de plenos. Las obras definitivas se concluyeron en 2003,  se restauraron varios patios y otras dependencias, incluso se levantó la torre derecha que estaba sin terminar.
          Pero retrocedamos de nuevo en el tiempo, y acerquémonos a uno de los extremos del campo, donde se encuentra situado el monumento dedicado por la ciudad de Sevilla, a la memoria del investigador Sir Alexander Fleming descubridor de los efectos antibióticos de la penicilina, que salvó y salva a tantísimas vidas.

          El monumento consta de tres volúmenes, en el central de mayor altura sobre un pedestal su busto en bronce. En la parte trasera las alegorías en relieve de la ciencia y la vida, y una fuente por la que fluye un surtidor de agua[.
          Desde 2004 se encuentra instalado en el patio de la Facultad de Medicina, entre futuros médicos quizás sea el lugar idóneo para tan célebre investigador, pero aquí lo contemplan tan solo los estudiantes, en su lugar anterior lo podía admirar toda Sevilla.
          En la calzada, muy cerca del monumento, está situada la parada del tranvía número trece, que circulando entre huertas, llega hasta el Cementerio, en la rotonda exterior todavía al día de hoy, se pueden ver en el suelo los raíles de las vías del tranvía.
          Atravesamos el campo, hasta llegar a la zona lateral con la calle Don Fadrique, aquí dos quioscos, uno de prensa y otro de “calentitos”.  Sí lo he dicho bien “calentitos” ese es su nombre y no churros. “Calentitos” pedíamos para desayunar, no solo nosotros, sino todos los macarenos.

          El quiosco propiedad de la familia Alfonso desde 1927 es el único en toda la ciudad que vende “calentitos” como incluso hoy pregona su rótulo.
         
        Sobre el nombre de la calle Don Fadrique, quiero aclarar un posible equívoco, no está dedicada a Don Fadrique Enríquez de Ribera, promotor junto con su madre de la fundación del Hospital, como podría parecer lo más lógico, sino a Don Fadrique Alfonso de Castilla, Maestre de Santiago y hermanastro del rey Don Pedro  I.
           Este Fadrique conspiró contra el rey, quien supuestamente lo perdona  invitándolo a verse en Sevilla, el Maestre accede y llega a la ciudad en 1358, entra por la Puerta de la Macarena y pasando por la calle Real llega a los Reales Alcázares, donde su hermanastro Pedro lo hace matar.
        Hermanos desunidos en vida, en la muerte unidos, ambos se encuentran enterrados en la cripta de la Capilla Real de la Catedral de Sevilla.
          El camino por el que llegó a nuestra ciudad tuvo varios nombres, entre ellos calzada de los Macarenos, desde 1859 lleva en su memoria el de calle Don Fadrique.
         
       En los próximos días seguiré deambulando por las calles de la Macarena y os contaré otras cosas.
         








[1]  LIBÉLULAS, SE POSABAN EN LOS ARBUSTOS Y CAÑAS, LAS COGÍAMOS POR LA PARTE TRASERA DE LA COLA.

[2]    POLICÍA LOCAL MUNICIPAL.

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