EL
CAMPO DEL HOSPITAL DE LA MACARENA.
Hoy
voy a pasear por el “campo del hospital” o para que mejor se me entienda por
los jardines del Parlamento de Andalucía. Estos jardines están más “ajardinados”,
antes tenían una profusa vegetación, que a los chiquillos nos parecía un bosque, si te colabas por
entre los barrotes de la verja, y te adentrabas en su interior en sus charcas podías
coger ranas o zapateros[1].
Para mí siempre será “campo del
hospital”, aquí hace muuuchos años, entre
los árboles del exterior de la verja, los
chavales del barrio macareno jugábamos a la pelota, a veces esta estaba hecha de trapos, pero ojo, había que estar
muy alerta por si venían los “guindillas”[2],
te quitaban la pelota y si te cogían te llevaban al cuartelillo de la Tenencia,
situado en la muralla cerca de la Puerta de Córdoba.
Sí por desgracia, durante el juego
padecíamos un accidente, no recuerdo ninguno que fuera grave, lo más una
rodilla desollada, o algún golpe en brazos o piernas, nos curaban en el
Hospital, generalmente para que la herida no se infectara, la cubrían con un
aparatoso vendaje, al llegar a casa comenzaban los verdaderos problemas, había
que escuchar los gritos de las madres, al ver al hijo en tan aparente
lamentable estado.
Y
aquí estoy contemplando el antiguo Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre,
monumental edificio de los más importantes de la arquitectura civil del
renacimiento, que construyera Doña Catalina de Ribera y su hijo Don Fadrique Enríquez
de Ribera a mediados del siglo XVI.
La
portada es toda de mármol blanco dividida en dos cuerpos, en el centro un
balcón con balaustrada, a ambos lados los escudos nobiliarios de los Enríquez y
Riberas sus fundadores y se remata con el escudo de las Cinco Llagas.
Llegó
a ser uno de los hospitales mejores de Europa, con numerosas salas
dedicadas a múltiples enfermedades.
Los
sevillanos y en particular los macarenos, recibieron en sus instalaciones
consuelo para sus enfermedades, en sus
salas de maternidad llegaron al mundo la mayoría de los habitantes del barrio.
Han
pasado años y siglos de su construcción, el edificio cae en una etapa de ruina
y abandono, hasta que como institución hospitalaria se cierra definitivamente
en 1972. La Diputación su propietaria, se lo cede a la Junta de Andalucía para
que una vez rehabilitado pase a ubicarse el Parlamento Autonómico.
En
1992 terminan las obras y el 28 de Febrero de ese mismo año se inaugura como
sede del Parlamento, utilizando la iglesia como salón de plenos. Las obras definitivas se concluyeron
en 2003, se restauraron varios patios y
otras dependencias, incluso se levantó la torre derecha que estaba sin
terminar.
Pero retrocedamos de nuevo en el
tiempo, y acerquémonos a uno de los extremos del campo, donde se encuentra
situado el monumento dedicado por la ciudad de Sevilla, a la memoria del
investigador Sir Alexander Fleming descubridor de los efectos antibióticos de
la penicilina, que salvó y salva a tantísimas vidas.
El monumento consta de tres volúmenes,
en el central de mayor altura sobre un pedestal su busto en bronce. En la parte
trasera las alegorías en relieve de la ciencia y la vida, y una fuente por la
que fluye un surtidor de agua[.
Desde 2004 se encuentra instalado en
el patio de la Facultad de Medicina, entre futuros médicos quizás sea el
lugar idóneo para tan célebre investigador, pero aquí lo contemplan tan solo
los estudiantes, en su lugar anterior lo podía admirar toda Sevilla.
En la calzada, muy cerca del
monumento, está situada la parada del tranvía número trece, que circulando
entre huertas, llega hasta el Cementerio, en la rotonda exterior todavía al día
de hoy, se pueden ver en el suelo los raíles de las vías del tranvía.
Atravesamos el campo, hasta llegar a
la zona lateral con la calle Don Fadrique, aquí dos quioscos, uno de prensa y
otro de “calentitos”. Sí lo he dicho
bien “calentitos” ese es su nombre y no churros. “Calentitos” pedíamos para
desayunar, no solo nosotros, sino todos los macarenos.
El quiosco propiedad de la familia
Alfonso desde 1927 es el único en toda la ciudad que vende “calentitos” como
incluso hoy pregona su rótulo.
Sobre el nombre de la calle Don
Fadrique, quiero aclarar un posible equívoco, no está dedicada a Don Fadrique Enríquez
de Ribera, promotor junto con su madre de la fundación del Hospital, como
podría parecer lo más lógico, sino a Don Fadrique Alfonso de Castilla, Maestre
de Santiago y hermanastro del rey Don Pedro I.
Este
Fadrique conspiró contra el rey, quien supuestamente lo perdona invitándolo a verse en Sevilla, el Maestre
accede y llega a la ciudad en 1358, entra por la Puerta de la Macarena y pasando
por la calle Real llega a los Reales Alcázares, donde su hermanastro Pedro lo
hace matar.
Hermanos desunidos en vida, en la muerte
unidos, ambos se encuentran enterrados en la cripta de la Capilla Real de la
Catedral de Sevilla.
El camino por el que llegó a nuestra
ciudad tuvo varios nombres, entre ellos calzada de los Macarenos, desde 1859
lleva en su memoria el de calle Don Fadrique.
En los próximos días seguiré deambulando
por las calles de la Macarena y os contaré otras cosas.
[2] POLICÍA LOCAL MUNICIPAL.
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