LA
CASA-PALACIO PUMAREJO.
El
edificio que da identidad a la plaza y que vamos a visitar es la casa-palacio
de Pumarejo, salvado de caer en manos de la especulación inmobiliaria y
convertirse en hotel o incluso ser derribado, gracias a los diversos grupos que
forman la Asociación Casa Pumarejo, que desde hace varios años lucha por su
conservación.
Estos colectivos que han adecentado, habilitado y llenado
de actividad las dependencias del edificio, contribuyen a salvaguardarlo y
recuperarlo, y seguirán luchando para que este inmueble declarado en el 2003
Bien de Interés Cultural se le haga una rehabilitación integral, y que consiga
parte del esplendor que tuvo antaño, además de la utilidad pública.
Pero pasemos al interior, como todos los palacios
sevillanos, tiene un zangúan con cancela que da paso al patio principal, la
planta alta a la que se sube por una amplia escalera, se sostiene con arcos de
medio punto sobre columnas, que caso único en Sevilla, no son de mármol sino de
madera de caoba, Pumarejo que fue comerciante en Indias, trajo estas exóticas
maderas de Cuba.
Las paredes del patio tienen hermosos azulejos y se
encuentra adornado con profusión de flores y macetas, las balaustradas son de
mármol. El patio interior o de servicio no se puede visitar por las malas
condiciones de esta parte de la casa.
La historia de la Casa Grande como la llaman los vecinos,
comienza en 1755 cuando el Veinticuatro de Sevilla Don Pedro Pumarejo, compra
en este lugar unas casas de vecindad, para construir su casa-palacio con
jardines y huertas.
Años más tarde en 1788, el Ayuntamiento la compra,
cediéndola como sede provisional al colegio de Niños Toribios, institución de
caridad que realiza una importante labor social en la ciudad, criando y
educando a niños abandonados.
Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) fue
ocupada por las tropas francesas, que la utilizaron como cárcel de la población
sublevada.
En los años siguientes, abandonada por los Toribios, es
utilizada para varios usos, Escuela Especial para Adultos, biblioteca, Escuela
dominical de menores y casa de vecinos, hasta que en 1886 es adquirida por el
comerciante Aniceto Sáenz Barrón, que urbaniza los terrenos de huertas y
jardines[i].
Tras la muerte en 1903 de Aniceto Sáenz se vende y pasa por
varios propietarios, el palacio se convierte de nuevo en casa de vecinos que
conviven con talleres, bodegas y comercios.
Pasan los años y llega a una situación de abandono y
dejadez, a finales del siglo XX y lo que llevamos del XXI el Colectivo Vecinal
de la casa Pumarejo y personas y Entidades Amigas encuadradas en la Asociación
Casa Pumarejo luchan, sin demasiado éxito, para que las instituciones
municipales rehabiliten el edificio dándole un uso público y colectivo.
Debido a la presión ejercida, el Ayuntamiento, su actual
propietario, les concede en 2011 un convenio por quince años, para su gestión y
utilización, quedando pendiente la rehabilitación.