lunes, 7 de abril de 2014

AZULEJOS CERVANTINOS.

         
VIOLENCIA MACHISTA.
          La placa de cerámica, que hemos visto  en Santa Paula, no es la única dedicada a Cervantes, hay otras, hasta un total de diecisiete repartidas por la ciudad, que nos recuerdan que aquel lugar, se halla comentado en algunas de sus Novelas Ejemplares.
          Estos azulejos fueron, a propuesta de Don Luis Montoto, un homenaje del Ayuntamiento el 23 de Abril de 1916, con motivo del tercer centenario de la muerte de nuestro Ingenio de las letras.
          Sentado en la Plaza de Santa Isabel, me entretengo releyendo dichas Novelas, cuando leo en Rinconete y Cortadillo, un caso de violencia machista, tan de actualidad en nuestra época que pienso que sería interesante hablar de ello.
          Rincón y Cortado, dos jóvenes bribones, buscavidas de catorce o quince años el uno,  y cercano a los diecisiete el otro, que llegan a Sevilla entrando por la puerta de la Aduana o Postigo del Carbón, donde hacen su primer “trabajo”, robarle a un francés que entraba con ellos, dos camisas nuevas y un reloj, que vendieron en el malbaratillo de la Puerta del Arenal por veinte reales.
(Las placas situadas una en la calle Núñez de Balboa, a espaldas de la Delegación de Hacienda, y otra en la calle Adriano, nos hablan de la Aduana y del mercadillo del Arenal).
          Ya conocemos a los dos protagonistas de la Novela, ahora vamos al caso de maltrato por violencia machista, que por lo visto es una lacra  de todos los tiempos.
          Estando ambos pilluelos en casa de Monipodio jefe o rey de los ladrones, entra la Cariharta despeinada, llena de golpes, gritando y diciendo entre lagrimas:
          “ Que su hombre el Repolido, le había pedido treinta reales y ella solo le había enviado los veinticuatro que tenía, él creyendo que lo sisaba, la sacó al campo, detrás de la Guerta del rey, y allí, entre olivares, la desnudó, y con la pretina, sin excusar ni recoger los hierros, le dio tantos azotes que la dejó por muerta, de la cual verdadera historia son buenos testigos estos cardenales que miraís”.
          A la pregunta de ¿no te hizo ninguna caricia? Contesta: “¿Como una? cienmil me hizo, y diera él un dedo de la mano porque me fuera con él a su posada, y aun me parece que casi se le saltaron las lagrimas de los ojos despues de haberme molido”.
          En esta contestación, está el porqué de que hoy,  en muchos casos graves o de muerte por violencia, no existan denuncias previas.

          Placa situada en la calle Portaceli, antigua Huerta del Rey, cercana a La Buhaira, donde sucedieron los peregrinos episodios narrados.
          Cuando pasee por donde se halle situado alguno de estos azulejos cervantinos, comentaré el suceso allí acaecido.
          Cierro el libro de las Novelas Ejemplares y me dispongo a contemplar la Plaza de Santa Isabel.

           


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