martes, 29 de octubre de 2013

LA VENTA DE LOS GATOS.

LA VENTA DE LOS GATOS.

Si paseáis por el antiguo Camino del Cementerio, (actual avenida de Sánchez Pizjuan), al pasar por delante de la otrora famosa Venta de los Gatos, que el insigne Gustavo Adolfo Bécquer inmortalizara en uno de sus relatos contemporáneos, cerrad los ojos para no ver el engendro ruinoso en que se ha convertido. Seguid con los ojos tapados  e imaginársela en el siglo XIX como la describe nuestro poeta:
                                                                  

                 Estado actual de la Venta de los Gatos.
“Figuraos una casita blanca como el ampo de la nieve, con su cubierta de tejas rojizas las unas, verdinegras las otras, y entre las cuales crecen un sinfín de jaramagos y matas de reseda. Una cerca de cañizo limita el jardín, en la parte trasera unos corpulentos árboles forman un fondo oscuro de frescor, sobre el que destacan las blancas chimeneas, y un patio con argollas para las caballerías y banquetas para el descanso de viajeros y paseantes”.  

En esta Venta de los Gatos, sitúa Bécquer los amores trágicos del hijo del ventero y Amparo una bella mocita que se había criado desde pequeña en la casa, al ser recogida por el ventero en la Casa de Cuna donde había sido abandonada por sus padres.
La convivencia entre ellos los hizo novios, consintiendo el ventero que se casaran, al comprobar el cariño que sentían uno por el otro.

Cuando preparan la boda Amparo es reclamada por su verdadera madre, una dama principal de Sevilla, que a pesar de las oposiciones consigue llevársela consigo.
Le impide todo trato con la venta y con su novio,  ya que pretende  para su hija una boda brillante.
La joven es presa de la melancolía, y poco más tarde enferma de tuberculosis, enfermedad que en pocos meses la lleva a la tumba.
Mientras tanto el joven novio abrumado por la tristeza toma la costumbre de pasear por el cercano cementerio, cierto día en que presenciaba un entierro y levantaban la tapa del ataúd, según la costumbre de entonces, vio que la difunta era su amada Amparo, dando un grito de dolor cayó al suelo sin conocimiento.
Llevado a la venta se debate durante meses entre la vida y la muerte, hasta que recupera la salud del cuerpo, no así la mental, ya que se vuelve loco, su padre no lo envía al Manicomio, sino que como es un loco pacífico lo recluye en su habitación de la venta, donde pasa los días cantando siempre la misma canción:
En el carrito de los muertos
pasó por aquí,
como llevaba la mano fuera
por eso la conocí.

VERSOS DE ENAMORADO.
Otro autor sevillano del s.XIX[1] nos relata en versos a un enamorado, que lleva a su pareja a la Venta de los Gatos a tomar unas copas:
Por la ancha puerta que el nombre
de la Macarena tiene,
salí, llevando a mi lado,
medio oculta entre los pliegues
de su mantilla, a una hembra
que pasaba de los veinte;
pero chica, regordeta,
de bozo y de genio fuertes,
aunque gracia derramaba
desde el zapato al copete.

Y dijo ella: “Esta tarde
quiero tomar anisete,
y un platillo de aceitunas,
y aliñados cuatro arenques”;
y yo que por sus pedazos
pasaba fatigas verdes,
a la venta de los Gatos
la lleve echando los dientes.

         Era la venta una sala
grande, de ahumadas paredes,
alfombrada de colillas
y colgada de toneles,
por delante de los cuales
corría un mostrador luciente,
con más cruces en la tapa
que diez cementerios tienen;
señales de los devotos
que al tomar el aguardiente,
o cuatro cañas: “Apunta”
dicen al mozo, y no vuelven.

Nota.-. La Venta de los Gatos, situada en la barriada de las Golondrinas, se encuentra en la actualidad en un total abandono, su dueño la tiene para almacén y aparcamiento de motos. Se podría haber formado en ella un museo becqueriano para deleite de sevillanos y foráneos, en cambio está decayendo cada vez más, hasta que desaparezca del todo.
 A la lápida de piedra negra y moldura de mármol blanco, que nos recordaba la leyenda, la han pintado del mismo color amarillo fuerte de las paredes y desgraciadamente el texto es completamente ilegible.
La lápida recordatoria cubierta de pintura.
Con esta pintada se ha cometido una grave afrenta al propio Gustavo Adolfo Bécquer, a todos los sevillanos y a sus admiradores que quieren recordar su memoria.
El que esto escribe pasó por allí hace unos años, antes de que se produjera el atentado de cubrirla con pintura y pudo leerla, el texto es el siguiente:
“EN ESTA CASITA, EN TIEMPOS PASADOS VENTA ANDALUZA, OCURRIERON LAS ESCENAS CELEBRES DE FIESTAS, DE AMORES Y TRAGEDIAS QUE INSPIRARON AL CISNE SEVILLANO, EL GRAN POETA GUSTAVO  ADOLFO BECQUER SU FAMOSA LEYENDA “ LA VENTA DE LOS GATOS”. LOS ADMIRADORES DEL POETA PUSIERON ESTA LÁPIDA PARA PERPETUAR Y RECORDAR ESTE ROMANTICO RECUERDO. DONADA POR JOSE SUAREZ DURAN, MARMOLISTA DE ESTA CASA. ENERO 1929”.

Por suerte, no todo son infortunios que contar, en los alrededores de la venta, en lo que fueran huertas de frutas y hortalizas, se construyó en la década de los 60 del siglo pasado, la Barriada de las Golondrinas, a las calles se les dio nombres relacionados con las Rimas y Leyendas, y en la rotonda de entrada se le levantó un monumento consistente en un busto de bronce sobre un mural de piedra, rodeado de plantas y flores.
Monumento a Becquer. Barriada Las Golondrinas.
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[1]   Manuel María de Santa Ana. Cuentos y Romances Andaluces. 1.844-1.869.

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