sábado, 11 de octubre de 2014

LA LEYENDA DE LA CALLE HOMBRE DE PIEDRA.

LA LEYENDA DE LA CALLE HOMBRE DE PIEDRA.
          
      Muy cerca de San Lorenzo, entre las calles de Santa Clara y Jesús del Gran Poder y cercana a la Alameda, se encuentra esta calle del Hombre de Piedra. Su curioso nombre es por una estatua del torso de un hombre en piedra, que se halla empotrada a ras del suelo en una hornacina a mediación de la calle.

TORSO DE LA CALLE HOMBRE DE PIEDRA.
          Ahora paseando por ella, me vienen a la memoria recuerdos y tradiciones de mis años infantiles.
          Jugábamos en medio de la calle, cuando el repicar de una campanilla, nos avisaba que el cura párroco con el Viático se encaminaba  hacia una de las casas, para dar la comunión a un enfermo o la extremaunción a un moribundo.
          (Actualmente los enfermos se curan o mueren en los hospitales, en aquellos años, la enfermedad se padecía en la propia casa, siendo habitual que el sacerdote se personara ante el lecho del enfermo).
          Al paso del cortejo portando el sacerdote el Santísimo Sacramento y los monaguillos con cirios y tocando la campanilla, todos se arrodillaban haciendo la señal de la Cruz, nosotros los pequeños, que desconocíamos la liturgia de la ceremonia, nos arrodillábamos rezando con temor, para que no nos pasara lo mismo que al blasfemo de la calle Hombre de Piedra.
          Lo sucedido a este impío lo cuenta una antigua leyenda, que yo os la cuento como a mí me la contaron: “Se dice, que hace muchos muchísimos años,  al tiempo que pasaba por esta calle el párroco con el Viatico para un enfermo, salió de una taberna cercana un borracho, que al ver que todos se arrodillaban, comenzó a insultarlos, llamándoles: ¡gallinas que os arrodilláis como mujeres!, ¡vedme a mí que no me arrodillo y que me quedaré siempre en pie!. Y así sucedió, pues un ensordecedor trueno cayó sobre él convirtiéndolo en piedra y hundiendo sus piernas en el suelo”.
          Hasta aquí la leyenda creada por la superstición popular, pero en realidad lo que vemos es el torso de una estatua romana, que no se sabe de dónde procede ni como vino a parar a este lugar.


         


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