ZURBARAN
EN EL MUSEO
DE
BELLAS ARTES DE SEVILLA.
Pasear
por las distintas salas de este Museo, contemplando las esplendidas obras de
artes de grandes y afamados artistas es un verdadero lujo y placer.
Siguiendo lo iniciado en días atrás, voy a continuar
visitando a Zurbarán, del que la mayoría de pinturas que se exponen en este
Museo se encuentran en salas de la primera planta.
ZURBARÁN
EL NIÑO DE LA ESPINA.
Una de las obras que más me gustan de este artista y que
siempre me ha atraído es el óleo titulado “el Niño de la Espina”. Esta sencilla composición se centra en
el Niño Jesús, que se coge el dedo del que sale una gota de sangre, por haberse
clavado una espina de la corona que estaba haciendo y que tiene sobre sus
rodillas.
La iluminada cabeza, muestra un rostro pensativo, quizás
presagiando los profundos sufrimientos que le esperan.
El ambiente de la escena se complementa con unos interesantes
elementos, como la túnica gris con grandes pliegues, la cortina roja y el
artístico bodegón compuesto por un jarrón de cristal con flores, un pájaro y un
libro.
Tres son los Crucificados que se exponen, y que sobrecogen
por su realismo, dos que alzan la cabeza
en el momento de expirar, y otro muerto
con la cabeza sobre el pecho.
CRUCIFICADO
EXPIRANDO.
Continúo deambulando por la sala
admirando sus obras, entre las que se encuentran la Virgen del Rosario,
diversos Santos y Padres de la Iglesia, hasta llegar ante el conjunto que pintara
para el Monasterio de la Cartuja de Sevilla, formado por: “La Virgen de los
Cartujos”, “San Hugo en el refectorio” y la “Visita de San Bruno a Urbano II”.
SAN
HUGO EN EL REFECTORIO.
De estos cuadros llenos de detalles artísticos, siempre me ha
llamado la atención los matices y variaciones del blanco de los hábitos, color que
consigue con la genial maestría de un pintor considerado “virtuoso del blanco”.
SANTAS
TALLER DE ZURBARAN.
Finalizo el paseo con las santas. Muchas fueron las
esplendidas series de santas vestidas con suntuosos ropajes que realizó
Zurbarán, era tanta la demanda que tuvo muchos imitadores, las que aquí se
exponen atribuidas a su taller, proceden de la iglesia del antiguo Hospital de
la Sangre[i].
Mi pluma es pobre para describir tanto arte y belleza, por
ello permitidme un consejo, visitad el Museo.
Mañana continuaré por la Plaza de
Pilatos.
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