LAS
SEPULTURAS DE DON PEDRO
ENRIQUEZ
Y DE DOÑA CATALINA DE RIBERA
EN
LA CARTUJA DE SEVILLA.
Al
fondo de la Sala Capitular, donde en días anteriores he estado visitando las
tumbas de varias generaciones de Riberas, se hallan los magníficos monumentos fúnebres
de Don Pedro Enríquez de Quiñones y de su esposa Doña Catalina de Ribera.
MONUMENTO
FÚNEBRE DE DON PEDRO ENRIQUEZ.
DETALLE
SEPULTURA DE DON PEDRO.
MONUMENTO
FÚNEBRE DE DOÑA CATALINA DE RIBERA.
DETALLE
SEPULTURA DE DOÑA CATALINA.
Me encuentro ante dos maravillas del
arte plateresco, encargadas en Génova sobre 1525 por Don Fadrique Enríquez de
Ribera, para honrar la memoria de sus padres.
No hace falta entender mucho de arte
para quedar maravillado ante estas sepulturas, que si estuvieran en un museo
habría que guardar cola para verlas.
Se componen de unos arcos triunfales sostenidos
por columnas y rodeados de una profusa decoración de santos, ángeles, relieves
con escenas del calvario, y figuras alegóricas como sirenas aladas, portadoras
según la mitología de las almas el Paraíso[i].
Don Pedro Enríquez viste con armadura y sosteniendo la
espada, su esposa descansa portando un libro entre las manos, bajo los
sarcófagos unas lápidas nos dan detalles sobre sus vidas y en el zócalo
resaltan sus escudos nobiliarios.
Con estas dos
sepulturas, se completa la visita a las
tumbas de esta familia.
Doña Catalina de Ribera, muy querida
en Sevilla, dedicó su vida a realizar grandes obras de caridad, entre las que
tenemos que destacar la fundación del Hospital de la Sangre, actual sede del
Parlamento de Andalucía.
La ciudad la recuerda dedicándole unos
jardines, y en ellos sobre el muro, una monumental fuente con su retrato en
azulejos.
Los
enterramientos en el Monasterio de la Cartuja de la estirpe Ribera, por el
privilegio concedido a Per Afán de Ribera “el viejo” en 1411, finalizan en 1625 a consecuencia de un enlace
matrimonial.
Ese año Ana María Luisa Enríquez de Ribera V duquesa de Alcalá, casa
con Antonio Juan Luis de la Cerda VII Duque de Medinaceli, a partir de dicha
fecha los Enríquez Ribera se integran en la poderosa Casa Medinaceli, se
unifica el patrimonio y sus miembros, ya
vinculados a la mencionada Casa dejan de enterrarse en la Cartuja.
Como es el caso del
padre de Ana María Luisa, Don Pedro Girón de Ribera, cuyos progenitores se
habían enterrados en la Cartuja, fallece en 1633 siendo sepultado en la Iglesia
Colegial de Santa María en Medinaceli (Soria).
Estas
sepulturas, así como la Casa de Pilatos, pertenecen a la Casa de Medinaceli,
cuya fundación creada en 1980 tiene la finalidad de conservar, estudiar y
difundir, su patrimonio artístico y cultural.
No quiero terminar mi visita al Monasterio de la Cartuja, sin recordar las vinculaciones que con este cenobio tuvo Cristóbal Colon, y así lo haré en mi próximo escrito.
[i] UNA TALLADA DESCRIPCION DE ESTOS SEPULCROS SE
ENCUENTRA EN EL LIBRO DE VICENTE LLEÓ CAÑAL: NUEVA ROMA MITOLOGÍA Y HUMANISMO
EN EL RENACIMIENTO SEVILLANO. ABC BIBLIOTECA HISPALENSE.
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