EL
CONDE DE PUÑONROSTRO.
Sevilla en sus calles rinde homenaje, no solo a la memoria
de personajes sevillanos, sino también foráneos que tuvieron algún tipo de
relacion con ella, es el caso de
Puñonrostro nacido en Torrejón de Velasco Madrid en 1541, y fallecido en Madrid
en 1610, que tiene una calle dedicada a su honor en la Puerta Osario.
Don Francisco Arias Dávila y Bobadilla IV Conde de
Puñonrostro, noble y militar que durante más de treinta años sirvió en el
ejercito real, sobresaliendo al frente de los Tercios de Flandes, fue nombrado
por el rey Felipe II Asistente de Sevilla, cargo que ocupó entre los años 1597
a 1599, con la finalidad de terminar con
su desgobierno y limpiarla de bandidos y facinerosos.
A esta Sevilla próspera y muy corrompida, la misma que unos
años antes había calificado Santa Teresa de Jesús “de ciudad de pecado por donde
el diablo anda suelto” llega Puñonrostro a poner orden. La tarea no le fue
fácil, además de perseguir a ladrones tuvo que luchar contra la corrupción, la
mendicidad y la regatonería. Y vaya si lo consigue, a pesar de sus
discrepancias con los jueces de la Audiencia.
LA
DELINCUENCIA.
Su aplicación de toda la fuerza de la ley a ladrones y delincuentes, hace que
le teman tanto, que la mayoría abandonan
la ciudad huyendo de su justicia que los puede encarcelar, llevar a galeras e
incluso a la horca.
El
propio Cervantes en su Novela la Ilustre Fregona dice por boca de uno de sus
personajes: “el Conde tiene un Bercebú en el cuerpo, que nos mete los dedos de
su puño en el alma. Barrida está Sevilla de jácaros (chulapos, bravucones) y no
para ladrón en sus contornos, todos le temen como al fuego, aunque ya se suena
que dejará presto el cargo , porque no tiene condición para verse a cada paso
en dimes ni diretes con los señores de la Audiencia ”.
LA
MENDICIDAD. Una
curiosidad interesante fue su fórmula para controlar esta plaga de mendicidad y
vagancia, manda publicar un bando ordenando a todos los que viven del oficio de
pedir limosna, presentarse en el Hospital de la Sangre (Actual sede del
Parlamento de Andalucía) bajo pena de azotes por incumplimiento.
En los días señalados para el control, corredores, patios, y
la amplia explanada exterior del Hospital, se llenan con más de dos mil mendigos
Ante su presencia y reconocidos por los
médicos, a los viejos y lisiados se les dio una credencial para pedir consistente
en una tablilla colgada al cuello, a los sanos se les conminó a trabajar o serian
condenados a cien azotes.
LA
REGATONERÍA[i]. Otra plaga que asolaba la ciudad,
era la regatonería o estraperlo. Estos especuladores burlando las
ordenanzas, se dedicaban ilegalmente a
la venta al por menor de toda clase de comestibles, con precios por encima de
las tasas marcadas por el municipio.
La primera iniciativa de Puñonrostro, fue pregonar un bando
en el que se mandaba guarda las posturas, o sea vender a lo fijado, bajo pena
de doscientos azotes por incumplimiento.
Muchos fueron los condenados, algunos de ellos con gran
repercusión en la ciudad, siendo incluso cantados en coplas.
Célebres fueron los casos de las regatonas “la Gamarra” o de
María de la O, esta avisada que iba a ser detenida, se refugia en iglesia de San Marcos acogiéndose al asilo
sagrado.
Puñonrostro considerando que tenía razón para aplicar la
justicia, y sin temor a enfrentarse con la Iglesia, manda sacarla y llevarla a la cárcel, de
donde saldría días más tarde condenada a vergüenza pública[ii],
montada en un burro, desnuda de cintura para arriba y recibiendo los azotes.
Además de las plagas arribas mencionadas, Puñonrostro se
ocupa de todos los asuntos relacionados con el buen gobierno de la ciudad.
Y Sevilla con esta calle a su nombre, honra a un hombre que
en tiempos de tanta picaresca llevó el orden y la tranquilidad a una ciudad tan
importante como lo era Sevilla.
[i] VÉASE EL LIBRO SUCESOS DE SEVILLA 1592 A 1604
DE FRANCSCO DE ARIÑO. COLECCIÓN CLASICOS SEVILLANOS. SEVILLA.
[ii] LA VERGÜENZA PÚBLICA ERA UN CASTIGO QUE SOLO
SE APLICABA A LA CLASE PLEBEYA, ESTANDO EXCLUIDOS NOBLES Y CLÉRIGOS, CONSISTÍA
EN EXPONER AL CONDENADO ANTE EL PÚBLICO
PARA QUE SE CONOCIERA SU DELITO Y FUERA AFRENTADO Y HUMILLADO POR LOS VECINOS.
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